Jorge Alberto Gutierrez


Que los “vándalos” destruyeron el metro de Santiago al punto de dejarlo inservible; que en Hong Kong arremeten contra la policía una y otra vez, todos los días; que los chalecos amarillos en la Francia de los derechos del hombre se alzan contra el gobierno; que los indígenas en el Ecuador se niegan a aceptar las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, poniendo en jaque al presidente Lenin Moreno y su gabinete quienes tuvieron que reversar la medida.
Que los colonizados del África y de la América Latina engrosen en tumulto y a codazos las interminables filas por participar del banquete que les fue usurpado y los que huyen de las guerras y los refugiados sin patria a la que pertenecen reclamando un lugar, aunque sea pequeño, para poder ejercer algo de lo que llamamos dignidad humana, mientras les cierran las puertas donde reside la abundancia, agrandando el descontento que crece imparable a lo largo de todo el globo terráqueo.
Entonces aparecen las teorías que pretenden negar la responsabilidad de quienes detentan el poder tanto aquí como allá, es decir, que la inequidad, la falta de oportunidades y la exclusión social no sean consideradas como el origen del disgusto universal.
Se hacen experimentos con ratones, que si dos en una jaula, después tres y así sucesivamente hasta que la selección de la especie se encargara de eliminar a los más “débiles”; trasladado al género humano se habla de la sobre población mundial como causa de todos los males y, se augura una “peste negra” como las de la Edad Media. Solo basta con accionar un botón... y el mío es más grande que el suyo le dijo Donald Trump retando a Kim Jong-Un no hace muchos días.
Los neonazis ganan poder en Baviera, la derecha en Austria, los Bolsonaros en sur América y Trump parece que va a ser reelegido.
Una adolescente Noruega con síndrome de asperjen, encarna mediante su lucha por detener el calentamiento global toda la frustración causada por el despilfarro de los recursos naturales y del talento humano distraído únicamente en producir dinero, su causa fue convertida en el hazme reír de los poderosos, azuzados como era de esperarse, por el presidente del país más rico del mundo.
Que haya millones de personas muriéndose de hambre mientras el 82 por ciento de la riqueza esté en manos del uno por ciento de la población no responde a lógica alguna, pero sí explica el desequilibrio que está a punto de explotarnos en la mano.
Que se niegue el calentamiento global y su secuela de hambre, es apenas consecuente con la necesidad de satisfacer la mezquindad de la inmediatez.
Nuestros movimientos, y absolutamente todo lo que pensamos, está debidamente registrado, vivimos a merced del mercado y cualquier posibilidad de tomar una decisión política, ya está previa y magistralmente manipulada, somos títeres de un mundo que como en las cárceles de máxima seguridad se ha tornado cada vez más peligroso, como si fuéramos habitantes de un gran panóptico.
“Sal de la tierra”, de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado (se puede ver en Netflix), es un documental reciente de una situación actual que devela la situación de miles de esclavos que “viven” en condiciones infrahumanas para satisfacer las excéntricas solicitudes del uno por ciento de la población mundial.
¿Qué hacer?, no sé. Pero lo que sí es que lo que estamos haciendo con la tierra y el género humano, definitivamente no es. Pienso, en suma, que lo que llamamos el orden establecido de las cosas, debe cambiar radicalmente y pronto, si no queremos asistir, ser testigos y cómplices del reclamo a sangre y fuego, con consecuencias impredecibles por pertenecer a un mundo en el que quepamos todos, con lo que aquello significa.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015