Jaime Escobar Herrera


El Municipio de Manizales se extiende desde el Páramo de Letras hasta el Kilómetro 41 en la Vereda Colombia, a orillas del río Cauca. En la parte más alta, fértiles tierras a 3.498 msnm sembradas en papa y con explotaciones de ganado vacuno, luego se encuentra la cabecera municipal, rodeada de tierras frías y templadas destinadas a la explotación de hortalizas, frutales, floricultura, ganadería y producción de especies menores. Viene la zona cafetera alternada con sembrados de yuca, caña y frutales, hasta llegar a los 700 msnm región cálida, donde se cultivan cítricos, caña, piña y ganadería extensiva.
Como podemos apreciar, es un municipio con vocación agrícola y ganadera, donde en su región central, es decir, las áreas que circundan la ciudad capital, el minifundio y la alta población campesina presentan unas cifras significativas, además de ejercer una permanente presión migratoria hacia la ciudad.
Manizales tiene el privilegio de tener despensa propia, gracias a las características edafológicas, climatológicas y a los pisos térmicos que la rodean, posee además una población ancestralmente comprometida con el campo, con vocación de labriegos, cultivadores y pastores por naturaleza.
Son personas que forman familias y hogares que aún aman la tierra y se niegan a renunciar el compartir con la naturaleza, gracias a Dios este bello territorio no ha estado involucrado en el conflicto armado, ni en la violencia partidista, razón por la cual no hemos tenido fenómenos de desplazamiento forzado. Estas y muchas razones, nos comprometen a estar pendientes de la calidad de vida de nuestros campesinos.
La Alcaldía debería tener una Oficina del Campesino donde se le brinde asesoría y acompañamiento a la población del sector rural de nuestro municipio, donde reciban un trato preferencial y no discriminatorio, en la cual se les aclaren los asuntos legales, sin el riesgo que sean timados por avivatos que merodean las oficinas públicas; trámites notariales y de registro, aclaración de linderos en el Instituto Agustín Codazzi, requerimientos de Corpocaldas, expedición de documentos en la Registraduría del Estado Civil, trámite de libreta militar, salvoconducto de porte o tenencia de armas, licencia de conducir, consulta sobre pensiones y asuntos laborales, asesoría sobre trámites de seguridad social y Sisbén, son algunos de los casos donde es necesaria una luz.
No se trata de promover una carga burocrática más, ni pretender generar una oficina paralela que cumpla las funciones que las entidades deben ejecutar dentro de su responsabilidad misional, es buscar un mecanismo ágil y práctico, para evitar el desconcierto de algunos campesinos en los despachos ante la indolencia y la desatención de los encargados. El tiempo de un labriego es oro, el desplazamiento desde su finca es dispendioso y más en un día laborable, demanda costos en el transporte, trámites y viáticos, para que no se logre el objetivo previsto; esa es la idea.
Muchas de las diligencias y citas se hacen de manera virtual, buscando agilizar las gestiones, pero puede convertirse en un muro de dificultad para un hombre del campo, no familiarizado con la era digital. A todo esto se suma la inoperancia de los servicios telefónicos de las entidades, donde funcionan unas grabaciones que no terminan comunicándose con nadie y solo se logra perder el tiempo y la paciencia.
Conozco al alcalde de Manizales, José Octavio Cardona León, hace muchos años, es un hombre del campo, condición de la cual se enorgullece, bien formado académicamente, con experiencia en la Administración Pública y con una gran sensibilidad social. Nadie como él conoce las dificultades de la gente del campo, a pesar de haber vivido en el sector de La Cabaña, diríamos una vereda estrato seis, conoce a la perfección la problemática de la población rural. En su administración, el Manizales rural tiene un nuevo panorama y, estamos seguros, los logros continuarán. Pero la inquietud planteada en la columna de hoy, vale la pena analizarla, pues los hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños del sector rural, lo sabrán agradecer, dejando para siempre la impronta de un Alcalde de origen campesino, quien deja un legado para una población merecedora de una vida mejor.
Recordemos el agua que tomamos y utilizamos, las dietas alimentarias diarias, el aire puro, la fragancia de las flores, el sabor de las frutas, el aroma del café, la leche y los huevos. Detrás de todos estos frutos de la naturaleza, hay una mano ajada por la rudeza del suelo, hay unos hombres sencillos y buenos trabajando desde la madrugada hasta que la luz del sol lo permite, hay una familia rural produciendo la manutención de los citadinos. Mientras exista la simbiosis tierra hombre en las campiñas, los habitantes de la ciudad tendremos asegurado el desarrollo de nuestra vida. Cuidemos la población campesina y reconozcamos la invaluable labor que cumple en beneficio de la humanidad.
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