Guillermo O. Sierra


Leí esto en alguna parte de la siempre maravillosa obra de Gabriel García Márquez: “Mis mujeres están mucho más enraizadas en la realidad que los hombres. Tienen los pies bien plantados; son sólidas, pacientes, constantes. Los hombres son criaturas quiméricas, capaces de acciones locas y grandiosas, pero incapaces de la paciencia y la constancia, débiles en la adversidad, buscando el apoyo de la mujer que en la adversidad será firme como las rocas.”
Esta cita de nuestro premio Nobel, me parece una cálida invitación para que asumamos como un imperativo ético y moral el reconocer lo que la historia tantas veces ha demostrado: que la participación de las mujeres en todos los asuntos de la sociedad es una sustantiva oportunidad para crecer con igualdad, lo que conlleva un mayor dinamismo de las economías y de los mercados, y que tiene como consecuencia un notorio impacto en lo colectivo.
Se dice que el próximo 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer. Seguiré insistiendo que mirado el asunto así, es un error histórico. Primero no se celebra, se conmemora; segundo, no es el día de la mujer, es el día internacional de los derechos de la mujer, lo que es distinto. Por supuesto, no voy a detenerme en registrar cuáles son sus derechos… ¿acaso no son los mismos que tenemos los hombres? Lo que sí creo es que deberíamos hacer reflexiones colectivas sobre cuáles son nuestros compromisos como sociedad por el respeto por las mujeres en todos los ámbitos. Creo que el sentido de estos compromisos, debe tener la impronta de mujer, máxime porque lo que estamos viendo es una estupenda integración de voces femeninas afrodescendientes, indígenas, mujeres rurales…; se busca una incorporación completa, plena y en igualdad de oportunidades para poco más de la mitad de la población del Planeta, misma que históricamente ha sido vituperada, discriminada, relegada, marginada… Es una manera de lograr niveles éticos y morales de bien-estar y desarrollo humano.
No me parece respetuoso seguir negando el hecho de que las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad alimentan mejores beneficios colectivos, a tal punto que con ellas es inmensamente posible construir sociedades más justas, solidarias, compasivas y equitativas. Hoy más que nunca, las mujeres se han convertido en renovadas formas de ejercer la política, de sacar adelante procesos de desarrollo económico con igualdad e incluyentes, además de promover la cooperación y la solidaridad entre las comunidades y los países.
Deben acabarse las violencias contra las mujeres, contra las niñas y los niños. Este es el flagelo que en el mundo ha tenido la mejor distribución. Y esto no deja de ser infame e inhumano. Por eso creo que Eduardo Galeano tiene razón cuando dice que “los hombres tienen miedo a las mujeres sin miedo.” Y es así… ahora cuando las mujeres han perdido el miedo y han adquirido el maravilloso sentido de ejercer el valor civil de decir lo que piensan, los hombres sudamos y nos corre un frío por todo el cuerpo. Es una lástima que esto sea así. Pero aplaudo el valor de las mujeres que ya no quieren ser silenciadas.
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