Guillermo O. Sierra


Me parece que es indudable que vivimos una crisis de proporciones enormes y de mucha gravedad. Y no creo que sea solo económica o financiera, o, incluso, ambiental. Frente a éstas, muchos gobiernos en el mundo han reaccionado (casi siempre de manera equivocada, lo que les ha costado ser reemplazados de sus cargos). Hablo de la crisis, de la que al parecer no le queremos prestar la debida atención y que con seguridad será la más perjudicial de todas: la crisis mundial de la moral. Todo indica que nos cuesta mucho trabajo ser sujetos morales.
Al parecer nuestra penosa realidad es que somos muy proclives a la avaricia y al egoísmo al momento de apoyar ideas o proyectos que vayan encaminados al bienestar común que, por supuesto, conllevaría algún sacrificio. No tenemos compasión por los demás, a lo que se suma el miedo, la envidia y la vergüenza, con lo que nuestras actuaciones pueden ser perniciosas y erosionan el apoyo a causas y prácticas políticas buenas.
¿Cómo me gustaría que fuera el próximo 2020? Lo repito, en clave de pregunta, misma que he expresado en otros momentos y en otros escenarios: ¿qué quiere decir llevar una vida buena? Aventuro que sería realizar, de manera constante, un auto examen (al mejor estilo socrático) que nos permita considerar nuestra propia vida como intrínsecamente importante (auto-respeto) y asumir una responsabilidad fundamental respecto de sí mismo para vivir bien. El asunto es que vivir en una sociedad implica considerar, de manera muy seria, que somos corresponsables de la vida de los demás; aunque, es obvio que esto no quiere decir que todas las ideas que surjan sean buenas acerca de cómo llevar una vida buena.
Me parece que cuando nos proponemos buscar metas loables, éstas deben darse en el marco de las restricciones morales que tienen que ver con las relaciones que establecemos con los demás. Para esto, creo que conviene pensar desde lo moral, es decir, mantener comportamientos que nos permitan vivir bien y tener una vida buena; desde lo ético, sin perder de vista principios de cómo debemos relacionarnos con las demás personas; y desde lo político, pensando siempre que los ciudadanos debemos cuidarnos entre sí y ajustarnos al Derecho, lo que nos exige respetar los derechos individuales.
Cada uno de nosotros, en perspectiva de hacer uso de nuestra libertad, podemos plantearnos nuestros propios propósitos de vida y estar siempre muy atentos a no dejar que se nos impongan modelos particulares de la buena vida. Los gobiernos democráticos deben siempre considerar que cada ciudadano es autor de su propio destino, lo que implica respetar la responsabilidad que tiene cada persona de hacer algo valioso con su propia vida. De igual manera, cada ciudadano debe asumir sus propias libertades necesarias para fortalecer la democracia.
¿Qué esperaría del próximo 2020? Que refinemos nuestra comprensión de la importancia de la moral y de la política, con relación a asumir una buena vida. Esto conlleva, a mi juicio, siempre pensar en los demás. Somos lo que los demás son. Como lo dijo el venerable poeta Walt Whitman en su obra En la ribera del Ontario azul: “¡Oh! Veo como en un relámpago que esta América es solo tú y yo, su fuerza, sus armas, su testimonio somos tú y yo […] libertad, lengua, poemas, ocupaciones somos tú y yo, pasado, presente y futuro somos tú y yo.”
Que nuestro 2020 sea el año en el que nos convertimos en sujetos morales. Ustedes y yo. Cálido abrazo.
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