Gonzalo Gallo


Un buen ejemplo de cómo acomodamos la realidad a nuestras creencias lo muestra la amiga que le dice a otra:
- Mi hijo esta bien mal. No tuvo suerte al casarse y escogió a una chica que no sirve para nada.
No quiere cocinar, no sabe coser, ni lavar ni limpiar. Se levanta tarde y se la pasa relajada y en plan de pasarla rico.
Como será que mi pobre hijo carga con todo y tiene que llevarle el desayuno a la cama.
- Oh, es espantoso, pero cuéntame ¿que ha sido de tu hija?
- Ah, ella si tuvo suerte, Dios la bendijo de sobremanera y se casó con un verdadero ángel.
Imagínate que él se encarga de todo, cocina, arregla la casa y ayuda en todo lo que puede.
Todo lo que hace mi hija es pasarla rico, descansar y además él le lleva el desayuno a la cama.
Mi hija puede salir a pasear con las amigas, va al gimnasio, se divierte y no tiene que pensar en nada.
@gonzalogallog
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