Cursa la fase de socialización del Plan de Ordenamiento Territorial POT a cargo del Consejo de Planeación Territorial, tras haber incluido elementos del POMCA del río Chinchiná realizado por la UN y cuya apropiación impulsó Corpocaldas con la Fundación Alisos y Pactos por la Cuenca, además de otros insumos fruto de conversatorios convocados en 2016 por la Administración Municipal en alianza con la Comisión Primera del Concejo. Manizales contará con un POT más promisorio y coherente, que recoge aportes de los gremios de la ciudad, del Colectivo Subámonos al Bus del POT y de nuestra SMP, y propuestas de expertos como Carmenza Saldías, Luis Fernando Acebedo y Germán Vallejo, entre otros, y donde se incorporarían cambios sustantivos surgidos de esta nueva evaluación, para la cual ha resultado clave el concurso de actores sociales estratégicos.

Entre los cambios, merece destacarse la inclusión de la Plusvalía Urbana en el POT por iniciativa de esta administración que le entregará a Manizales un moderno instrumento de financiación, con el cual podrá captar recursos comunes para desarrollar el hábitat en función del interés común y resolver la fragmentación socioespacial que explica le guetificación de la ciudad, al facilitar una gestión del POT mediante la recuperación de la plusvalía, en lugar del obsoleto sistema de cargas y beneficios que favorece la especulación con el uso del suelo urbano. Ahora, reconociendo los avances sustantivos podríamos persistir en temas de fondo: uno para proponer un POT con un enfoque más verde, si se modifica la visión contenida en el Modelo de Ocupación del Territorio, haciendo que en lugar de la perspectiva antropocéntrica se opte por un enfoque biocéntrico; y dos, para sugerir un POT más prospectivo, donde en lugar del modelo de desarrollo auto-contenido soportado en las tres centralidades urbanas y otras más rurales, se opte por la dimensión urbano-regional dada la conurbación, buscando la integración del Eje Cafetero al articular el área metropolitana hacia adentro y hacia afuera, e integrar la cuidad a los corredores de conectividad regional.

Lo primero, buscando prevenir un ecocidio al presionar la Reserva Forestal Río Blanco, para lo cual la SMP ha propuesto que el POT, antes que comprometer los ecosistemas frágiles altoandinos, debería por lo menos poner límites verdes al modelo de ocupación expansionista del territorio hacia el naciente, declarando el carácter condicionado en el uso del suelo en La Aurora y Bellavista, fijando además índices de conectividad biológica y de biodiversidad, además de otras acciones afines con la fragilidad de las laderas y los propósitos de las áreas de amortiguamiento en las zonas periurbanas. Y lo segundo, para avanzar en la ciudad región, donde se ha propuesto el tren de cercanías en la ecorregión con el objeto de estructurar el territorio y fortalecer el mercado interno, apostándole a un sistema integrado de movilidad en beneficio de cerca de 1,5 millones de habitantes y a estrategias que propendan por un hábitat sostenible, redistribuyendo la infraestructura social y productiva al irrigar los beneficios de la plusvalía urbana con más equipamiento verde, mejores medios de movilidad autónoma, y más rutas de transporte colectivo limpio, lo que en conjunto supone otro modelo urbano.

De otro lado, si en el POT se proponen usos mixtos del suelo, lo que contribuye a que Manizales sea más competitiva, al examinar el caso de la zona industrial donde se propone incorporar al uso residencial cerca de 24 ha de suelo rural del sector de Tesorito, pese a la franja de suelo verde que separaría las nuevas viviendas, el impacto de industrias como Toptec (antes Manilit), Normandy, Ternium (anteriormente Acasa) y la Licorera generaría inconveniencias fundamentales. Lo anterior, dado que los usos compartidos del suelo deben ser acordes con las funciones urbanas, bajo el presupuesto de que las aptitudes naturales de las zonas residenciales que valen por su función estética y la de las zonas industriales caracterizadas por ruidos, vibraciones, aceites derramados y polución, ambientalmente no son compatibles, pero sí lo son las aptitudes de las zonas residenciales con las comerciales y de servicios. Este concepto también aplicaría para el K41, donde la SMP propone emplazar las industrias químicas de base minera contempladas en el Plan Minero-Industrial de Caldas 2006-2016.