Gonzalo Duque Escobar


Cumple 90 años esta institución fundada en 1927, expresión de un sector que ha sido uno de los ejes del desarrollo económico, social e institucional de Colombia, el de la economía del “grano de oro” cuyos orígenes parten de 1850 cuando la siembra se expande y en 1870 con el protagonismo de haciendas santandereanas y cundinamarquesas soportadas en un modelo de servidumbre. Si bien, a finales del Siglo XIX dicha economía se va a pique, no solo por la caída en el precio internacional del grano consecuencia de una depresión, sino también por la inflación asociada a la Guerra de los Mil Días, donde la tasa de cambio creció en dos años casi cinco veces; empezando el Siglo XX otra será la historia, al trasladarse el epicentro de dicha producción a la Ecorregión Cafetera aprovechando un modelo agrario capitalista resultado de la colonización antioqueña.
La reconstrucción social y económica del país, en especial la reforma del quinquenio dictatorial de 1904-1909 con Rafael Reyes, y la reforma de 1923, llevan a ordenar las finanzas del Estado estableciendo el patrón oro, a reformar el sistema arancelario para promover exportaciones, a invertir en vías, ferrocarriles y la navegación del Magdalena, y a centralizar el poder antes concentrado en regiones, reformas que al propender por un desarrollo empresarial con mayores alcances sobre la estructura macroeconómica del país, fortalece nuevas organizaciones sociales y productivas, lo cual favorece el surgimiento de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), ente que parte de la racionalidad de productores propietarios donde el sistema caracterizado por la estructura minifundista de la propiedad, conlleva a un alto efecto redistributivo del ingreso en favor del mercado interno.
El principal estímulo para el alto crecimiento de Colombia en la primera mitad del siglo XX fue la rápida expansión de las exportaciones de café: para dimensionar el crecimiento de la caficultura, si entre 1990 y 2012 el país incrementó la producción de café 1,85 veces, pasando de 27 millones a 50 millones de sacos, según Antonio García Nossa, entre 1913 y 1935 la producción del Gran Caldas presentó un incremento del 5,4 veces; aún más, si en la década de 1920 el país logra participar con el 10% en la producción mundial de café, ya para los años 30, con el concurso de la FNC duplica dicha participación. Según Renzo Ramírez Bacca -citando a William Paul-, si por 1870 existían 5 mil fincas cafeteras, hacia 1932 el número asciende a 150 mil, la mayoría menores de diez hectáreas.
Ahora en este territorio, el de la tierra del bahareque de guadua, del bambuco y de la música de carrilera, donde la gastronomía se relaciona con el plato montañero y el aroma del café, la encomiable labor de los Comités de Cafeteros se mide en escuelas y puestos de salud con una cobertura total en las veredas cafeteras de los 47 municipios del Paisaje Cultural Cafetero y otros 17 de su área de amortiguamiento, todas electrificadas, dotadas de acueducto y cruzadas por una red de vías terciarias para “chivas y Jeepaos”, obras que son testimonio de un pasado aleccionador que honra la historia de la FNC durante 9 décadas, y que hoy reclama acciones similares de civilidad y liderazgo para esta preciosa región, en cuya retrospectiva histórica quedan como testimonio de quienes, para traer el progreso, también impulsaron proyectos que apalancaron el crecimiento soportado en la exportación del “grano dorado”, primero a lomo de mulas y bueyes construyendo caminos de arriería, y luego mediante cables aéreos y ferrocarriles cafeteros.
Pero, a pesar de todo, la caficultura ha tenido dos puntos de inflexión, uno ambiental con el advenimiento del monocultivo del caturra ocurrido en 1970, cuando se arrasó el sombrío y desmanteló la economía campesina para darle paso a una agroindustria cafetera, que al no transformar el café incorporándole valor agregado, concedió el control de la cadena productiva; y el segundo para la economía cafetera, inflexión que se da en 1989 cuando cae el pacto internacional de cuotas que reguló la producción mundial del grano durante 29 años, pasando de un mercado intervenido por un acuerdo entre naciones a un mercado libre, donde ahora sufrimos las consecuencias del deterioro de los términos de intercambio al habernos especializado como productores de materia prima.
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