Fraile


Estimado Juan José:
Mañana 20 de junio termina la presente legislatura y por ende las mortificaciones para los aficionados a la Fiesta Brava, que si bien son “una inmensa minoría” como rezaba la propaganda de la HJCK, El Mundo en Bogotá, resulta entre otras bastante selecta, lo que parece ha motivado odios y envidias entre algún minúsculo grupo social de gentes resentidas.
Y hablo de mortificaciones, porque la persecución a que están siendo sometidos los amantes a los Toros en el Congreso de la República por parte de un puñado de parlamentarios que se tildan a sí mismos como “animalistas”, o defensores de los animales, cuando en realidad, en lo que a la Fiesta Brava se refiere, son todo lo contrario, o si no cómo se interpreta el que pretendan borrar del mapa de Colombia una especie de bovinos como lo es la de casta. Esta realidad resulta francamente aberrante y muy colombiana en el sentido de mentir y no mostrar las verdaderas intenciones. Porque obedeciendo a intereses extranjeros estos oscuros congresistas primero van tras los Toros, luego por las corralejas, seguirán las peleas de gallos, el coleo y, como colofón, la industria cárnica nacional.
Y como te comentaba en una anterior misiva, mi querido Juan José, estos legisladores que no distinguen entre un Toro y par de tijeras tienen la poca vergüenza de pretender legislar sobre el tema. Pero esa realidad no es exclusiva de los asuntos taurinos. Como bien sabes, cualquier iletrado puede candidatizarse para una curul en la Cámara o en el Senado de la República, dado que para acceder a un cargo de tanta importancia no se requieren estudios de ninguna índole. Basta con tener 25 años en el primer caso y 30 en el segundo y ya. ¿Habrá derecho? ¿Con esa realidad, qué podemos esperar de ese cuerpo colegiado, teóricamente el más importante de la República? Un país así nunca podrá soñar con tener un manejo de altura de parte de la rama legislativa del poder. Como dice el viejo refrán: “No podemos pedirle peras al olmo”. Entonces, como te decía, no es exclusivo de la tauromaquia el que se pretenda legislar sobre temas que para muchos “Padres de la Patria” resultan desconocidos e incomprensibles, pero que se les da trámite sin poder, por falta de formación académica, realmente entender “qué contiene el asunto” y menos aún comprender lo que se aprueba o lo que se rechaza.
Viendo lo anterior y tantos otros males de los que sufre Colombia, hoy nos hablan “del cambio”. Se dice y repite que tenemos que cambiar muchos viejos vicios que se han entronizado en el país. Claro. La gran mayoría de los colombianos quiere, o mejor queremos, un cambio que a todas luces se presenta necesario para corregir el chueco rumbo que lleva la Patria. ¿Pero quién lo va a llevar a cabo? ¿Los politiqueros profesionales? ¿Los mismos que han vivido del Estado y han detentado el poder durante años y nada han hecho por corregir los defectos de nuestra democracia? De pronto, por arte de magia, ¿los vamos a elegir y en 4 años van a realizar los cambios que no han intentado desde el momento en que ingresaron a cargos, puestos o funciones que les permitían intervenir en mejorar el rumbo que llevaba el país? Que no sean graciosos, por favor. Volvámonos serios. Si queremos que el país corrija mucho de sus defectos, no más de “los mismos con las mismas”. Hay sangre nueva en el ambiente, no politizada, no llena de vicios, lejana “del si me ayudas yo te doy”, del tapa tapa, distanciada de las “alianzas” y coaliciones” conveniencieras y de tantas otras anomalías que se han convertido de tiempo atrás en el pan de cada día en nuestra abusada y violada democracia. No desaprovechemos esta oportunidad. Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: Ya lo dije anteriormente. Que tu sufragio no contribuya al naufragio de Colombia.
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