Flavio Restrepo Gómez


Se han llenado de vallas con propaganda políticas, las ciudades, las calles, los edificios, los puentes, las carreteras. Hay pendones y pancartas colgadas por todos lados. Todas promocionan algún movimiento de los muchos que hay, con las caras sonrientes y retocadas de candidatos, que prometen de todo, haciendo el papel en el que actuarán como los “nuevos” salvadores de nuestro país.
Se autoproclaman honestos y decentes, independientes y preparados, cultos y determinados a comenzar el cambio que tanto necesitamos, cuando la realidad es que son en su mayoría, lo peor que tenemos en nuestro país, lleno de vividores de la política, compradores de votos y manipuladores de masas, a las que castigarán si consiguen hacerse elegir.
Para hacerlo, pronuncian discursos bobalicones, en los que se reúnen una sarta de promesas que, por supuesto, no van a cumplir, en un país que vive y sufre las consecuencias de la falta de escrúpulos de la mayoría de los políticos, delincuentes de cuello blanco, estafadores de la fe pública y promeseros mentirosos de cosas que no van a hacer. El objetivo único es conseguir el poder a cualquier costo, sin importar la violación de las leyes, normas, límites y principios que están escritas en nuestros códigos.
Ellos están seguros de que esos delitos electorales no les representarán problema alguno, pues el gobierno, los ministerios, los entes de control y las entidades encargadas de vigilarlos estarán ocupados en otra clase de actividades, ajenas a su función, permitiendo con su incumplimiento de deberes, la ejecución de las trampas que alteran los resultados de las elecciones.
Buena parte de los medios de comunicación se han convertido en los defensores de oficio de los tramposos, como proxenetas de los que promocionan a los que serán los verdugos del pueblo, porque solo con eso aseguran buenas comisiones, pauta publicitaria y mantenerse al lado de los que han convertido a Colombia en un mal ejemplo para el mundo civilizado y decente.
Todo parece fríamente calculado, como si ya tuvieran escogido al sucesor del títere que sin mérito alguno nos gobierna ahora. Afortunadamente sus días en la Presidencia y la de sus funcionarios de alto rango están contados, porque nuestro país no resiste más este manejo desordenado, deshonesto y corrupto que le están dando. Ahora terminaron de hacer miles de nombramientos innecesarios, para llenar las nóminas de un establecimiento que actúa contrariando la voluntad del pueblo, sometiéndolo a políticas desastrosas que lo tienen arrinconado, empobrecido, con la esperanza perdida de un mañana mejor.
Solo que no contaban con la presencia de nuevos actores en el ámbito preelectoral, que hacen incierto el logro de los objetivos de la policlase corrupta de siempre, y permite vislumbrar la posibilidad de verdaderos cambios en lo fundamental, que si se hacen realidad repercutirán en la presentación de nuevos caminos y formas de hacer una política preocupada por el bienestar del pueblo, mejorando las condiciones de vida de las mayorías.
Eso se puede hacer sin necesidad de acabar con los que durante décadas han producido empleo y creado oportunidades de trabajo dignos para la gente. No se trata de que se acaben los ricos. Se trata de que comience una política que acabe con la pobreza, el hambre y la falta de oportunidades. Una forma de gobernar que dé igualdad de oportunidades de educación y participación ciudadana a todos los sectores de nuestra sociedad, hoy sometida al manoseo y la manipulación de los inescrupulosos que dirigen el país.
Necesitamos con urgencia restablecer el orden jurídico, de manera que los hampones confesos paguen penas privativas de la libertad, cambiando la casa por cárcel por una cárcel por casa, para todos aquellos que sin el menor pudor han desfalcado la nación, se roban los recursos públicos, contratan a sus amigos y reparten los botines entre sus seguidores.
Tenemos que saber cuáles son los patrimonios con los que entran al poder y cuáles con los que salen, revisando triangulaciones, testaferratos y paraísos fiscales, donde guardarán, como en efecto lo hacen, los dineros que se han robado impunemente. Colombia no resiste más el despilfarro desbordado de sus recursos, para volver ricos a los que fueron nombrados supuestamente para cuidar los bienes de la nación y no para apropiarse de ellos.
Es imperativo votar a conciencia y sin dejarse comprar el voto. En nuestras manos está el futuro de Colombia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015