Flavio Restrepo Gómez


La mariposa recordará por siempre que fue gusano. M. Benedetti
Un panfleto es un libelo breve generalmente agresivo. Su formato original, el más habitual, es la octavilla, por su fácil impresión, su bajo costo y su rápida difusión.
La definición de panfleto en el diccionario de la RAE es: 1. m. Libelo difamatorio. 2. m. Opúsculo de carácter agresivo. El panfleto es la carta de presentación de los cobardes que no dan la cara, porque la mayoría de las veces son corruptos, que quieren difamar a quien habla y se sienten señalados, sin que se los haya señalado todavía. Siguen el principio de Voltaire: Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda. Pero no logran su propósito.
Porque cuando una persona o un grupo de personas, escribe escondidos en el anonimato un panfleto difamatorio, lo hacen con la intención de producir un daño a quien saben tiene toda la información de su corrupción. Ya una red de panfletarios que “opinaba” en LA PATRIA sobre mis artículos, con perfiles falsos, fue identificada con nombres propios, IP de sus computadores; sé quienes eran, gente que uno nunca pensaría, que pasando de honesta, utilizaran arma tan baja para atacar sin fundamento.
Creen que nada podemos hacer, son gajes del oficio, que le pasan a quien se atreve a escribir y lo hace sin seudónimos, sin falsos nombres, para decir lo que cree, eso que duele tanto y causa escozor: la verdad a secas. Los que se sienten acusados, ven reflejadas sus acciones deshonestas, sus maniobras para hacer que lo que no es verdad lo parezca, que lo que no hicieron, quede como hecho, que lo cobrado por eso que no se hizo, quede como legal.
No importa que para eso se utilizaran empresas de fachada, primero a nombre de un hombre que firmó, creo yo, confiando en que siendo para su hijo, no era para robar, elevar costos hasta 400% del valor comercial máximo. Muerto el padre, constituir otra empresa, con un primo, muy “vivo” por cierto, aunque esté ya muerto, terminando con el reclamo del segundo porque el primero se lucraba con su nombre y eso no le representaba ganancia alguna. La empresa pasa a unas de sus hijas. Curiosamente una de ellas ha sido la representante legal en las 3 empresas, sin que lo sepan supongo, pero utilizándolas para poder llevar a fin el cometido, de estafar a las compañías a las cuales les cobran implementos con sobrecostos, sin que hayan sido revisadas por las empresas a las que les cobran, ni puestas en la mira de la DIAN, entidad a la que le hacen fraude continuado.
Pero más rápido cae un mentiroso que un cojo, más si el mentiroso es vulgar ladrón, con cualquiera de los nombres con que quieran adornar esa simple palabra para pasar desapercibidos, sin ser señalados: vivos, avispados, astutos, rateruelos; cuando no pasan de ser ladrones a secas, sinónimo de hurtador, atracador, caco, salteador, asaltante, estafador o ratero.
Utilizan el panfleto para desprestigiar a alguien a quien dicen conocer “bien”, alguien de quien afirman, se enriqueció con los fraudes a las compañías de seguros, cuando no era más que un empleado que trabajaba para el tramposo que ordenaba hacer las trampas a sus empleados, con el argumento, loco por demás, de que él era el que mandaba, el dueño de la empresa y se hacía lo que él dijera.
Alguien que si se había enriquecido, no habría tenido que ser embargado, por incapacidad económica para cumplir con el pago de créditos reales, para una casa y un carro, cuando fue despedido de su cargo. Llamado después, para que trabajara por comisión, aceptó porque tiene 2 hijos que estudian y las necesidades comunes a todos los seres humanos. Pero nadie puede pisotear a la gente.
Terminaron su relación, porque no quería seguir trabajando en esa empresa, no porque lo contrataron en otra, cuando la “gerente”, que no tiene título alguno en gerencia o administración (requisito esencial), que la acredite como tal en el sector salud, le preguntó sin pestañear: ”Cuánto vale su dignidad?”. Él respondió que no tenía precio, que no podían comprársela con dinero alguno.
Los panfletarios mendaces e hipócritas quieren ensuciarme con el lodazal en el que se revuelcan a diario por las denuncias que vengo haciendo en mi columna. Que lo intenten, pero con denuncias puntuales, como las que yo ya comencé a hacer sobre sus delitos y fraudes. Con pruebas, con documentos, con testimonios, con argumentos.
Que vengan si se la bancan, putos. Friedrich Nietzsche
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