Flavio Restrepo Gómez


Hablamos la semana pasada de “mitigar las tragedias del cambio climático”. Parece no importar mucho, pero es importante, aunque lo tratemos de ignorar. La situación que vive el mundo con el cambio climático no era suficiente para llamarnos la atención. Entonces se agregaron: la pandemia, las inundaciones, los ríos desbordados, los incendios forestales, los derrumbes, la deforestación. Agreguemos a esto el progresivo deshielo de los glaciares y estamos frente a una situación que parece no tener vuelta atrás. Lo que parecía imposible hace 30 o 40 años, es ahora una realidad aterradora para el mundo y la supervivencia.
Con estos cambios aumentará la pobreza, disminuirán las fuentes de alimentos, se degradan ríos y mares; se perdieron especies que pasaron a la extinción y aparecen las que están al borde de ella.
Mientras tanto la gran preocupación de nuestros dirigentes y políticos es repartirse el botín, malgastar presupuestos, aumentar costos y acabar las reservas de manera desenfrenada, sin tomar determinaciones que frenen el cambio, preocuparse por el bienestar del mundo en general y no por el enriquecimiento de pocos, que por desgracia tampoco van a poder disfrutar de esos recursos, si no se hace algo para defender la Tierra, porque no se pueden comer platos de dinero, aunque así lo crean.
A los burócratas les interesan más los contratos de obras en concreto, que encontrar soluciones de fondo para evitar las consecuencias devastadoras de los cambios en la superficie de la Tierra, con deslizamientos, erosión y degradación de la naturaleza.
El tema de la ciencia al servicio de la bioingeniería ha sido expuesto por expertos en todo el mundo; en nuestro medio, el Dr. Rivera Posada ha sido un incansable portavoz de advertencias y esclarecedor de realidades, basándose en la realidad científica, sin la utilización facilista del aparente conocimiento que dicen tener muchos sobre medio ambiente, que careciendo de formación en el asunto, son los que manejan todas nuestras actividades alrededor de la acción con la naturaleza.
Lo dice así con infinita simplicidad: “…responder algunos de los interrogantes, que se presentan con frecuencia, en relación con el tema de la bioingeniería de suelos con rigor científico y dejar claridad de lo que es esta ciencia, la cual es muy diferente a la creencia generalizada, de que se refiere a la simple siembra de árboles, arbustos, herbáceas entre otro tipo de vegetación para estabilizar los suelos de ladera degradados”. “Estas creencias solo conducen a cometer errores y fracasos, con consecuencias catastróficas, para las comunidades afectadas por estos procesos degradativos, que ponen en tela de juicio las bondades de la bioingeniería de suelos con rigor científico”.
¿Cómo convencer a la gente y a los que son responsables del manejo de estas áreas para que cambien el concepto que tienen de esta forma equivocada en el manejo de la erosión con murallas de cemento, cuando hay soluciones económico-ecológicas de muy bajo costo con materiales de la misma zona?
Es evidente que estos funcionarios no tienen conceptos claros al respecto, una confusión porque no entienden la diferencia entre un proceso degradativo por efecto de la erosión y otro por movimiento en masa. Confunden prevenir con controlar. Ante este panorama de ignorancia no aceptada, optan por dar a distintos problemas la misma solución, que ha demostrado con tragedias, desolación y muertos, que se usa el mismo procedimiento generalizado, “…la misma solución para todos los casos, sin tener en cuenta que existen en los ecosistemas, diferentes materiales parentales, suelos, topografías, climas, vegetación, infraestructura, y comunidades, lo cual hace que las decisiones que se tomen deban ser específicas y acordes con esa complejidad del ecosistema por intervenir en cada situación.”
Si se conocieran los problemas ambientales de cada región se habrían podido dar soluciones concretas y adecuadas a cada caso particular, basados en ciencias establecidas que tiene rigor científico suficiente, como para seguir haciéndolas de lado sin tenerlas en cuenta, ni hacerle caso al gran costo de perdidas incalculables en la naturaleza, que al final repercuten en todas las especies vivas, plantas, animales y en el ser humano, verdadera razón de la necesidad de ponerse de acuerdo con la naturaleza para respetarla y tratarla adecuadamente, cuando presente problemas que pueden solucionarse, si entregadas a expertos, para su manejo y prevención.
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