La española Yolanda Regidor fue un grato descubrimiento en la Feria del Libro de Manizales que terminó el domingo pasado. Cuando el escritor Antonio María Flórez indicó que La última cabaña será uno de los libros del año llamó mi atención. Y tengo que confesar que debo darle la razón: me lo leí en tres sentadas, una por cada cuaderno escrito por el Escolta.
El Escolta es el protagonista, hombre que llega a un paraje ajeno, un pueblo perdido de algún lugar que no sabemos muy bien donde es, pero en Patria ajena. Decide irse a vivir al bosque como parte de su proceso autodestructivo del que tiene certeza cómo terminará.
Pero como todo en la vida y en los planes para la muerte, el destino, la divina providencia, las circunstancias insospechadas nos llevan por lugares impensados.
Se trata de un diario sin fechas, simplemente unos cuadernos en los que el protagonista decide ir plasmando sus impresiones y allí vamos descubriendo a ese ser humano que pudo ser cruel, que pudo cometer errores, pero también al feliz, al solidario, al que es capaz de amar y de victimario convertirse en protector. Un militar ilustrado, que ha leído libros con los que ahora aviva el fuego.
La formación de base de la escritora es el derecho y tiene un máster en psicosociología y creo que ambas cosas las aprovecha en función de crear al personaje principal de esta novela, un hombre que ha podido cometer los crímenes más atroces, pero arropado con la legalidad del establecimiento, sobre lo que reflexiona y, al tiempo, un hombre que puede colapsar en cualquier momento.
Los cuadernos que empieza a escribir sin tener muy claro por qué muestran cómo se pierde en el exceso de licor. La escritura es una especie de terapia y así va avanzando la historia y la vida del personaje en función de los otros, de los que quiere huir, pero en esta sociedad resulta imposible la soledad absoluta.
También en esas páginas, el Escolta, apodo que le han dado en el pueblo y que él asume con gusto, nos enteramos de cómo un encuentro le devuelve buena parte de su humanidad lo hace sentir obligado a bajarle al consumo de licor y nos muestra ese camino de ternura que nos dan las mascotas, por salvajes que sean.
Luego vamos viendo cómo otras personas se acercan a su vida a pesar suyo y terminan de aportarle en ese proceso que podríamos llamar de sanación, de recuperación de su humanidad, mientras nos vamos enterando de sus circunstancias pasadas que lo han llevado al borde de la desesperación y de la consumición, inclusive.
Al final, la prueba definitiva. Enfrentarse a sus demonios encarnados por la mujer que le destrozó el corazón, esa prohibición con la que tocó el cielo y el infierno. El dilema definitivo.
De ahí la frase que se encuentra en el libro y que escogí para titular esta columna, porque también nos habla de la salud mental, de la necesidad de los otros para recuperarnos y de cómo es necesario que cada uno encuentre el equilibrio en donde mejor lo vea posible, hasta madurar tanto que aquello que se extrañaba con dolor, se puede dejar pasar como si fuera una historia de otra persona.
Una novela magistral. La recomiendo sin remilgos. Por favor, léanla y #HablemosDeLibros.
***
Sobrero 1. La Feria del Libro en Manizales es una fiesta impresionante liderada por la Universidad de Caldas. La asistencia masiva demuestra el amor de los manizaleños por la palabra escrita y hablada. Y esto sucede a pesar del desdén para apoyar el libro, mostrado por la Secretaría de Cultura de Caldas y el Instituto de Cultura de Manizales, que mantuvo cerradas las bibliotecas públicas durante casi dos meses.
Sobrero 2. Vergozosa la quema de libros en la república independiente de Pensilvania. Me da pena de pensilvanense. Las explicaciones no son satisfactorias y es necesario que se haga pública la lista de los libros que fueron dados de baja.
* Siempre es una palabra que no nos está permitida a los peleles.
* Su beso fue como la nostalgia: se instaló en mi cabeza como un goce que desembocaba, inevitablemente, en quebranto.
* La culpa es el diablo por el que ganarse el cielo.
* No se puede borrar el pasado ni los surcos que deja.
* Cuando amas, estás perdido, porque este sentimiento es siempre interesado, como el miedo.
* La cordialidad, por lo general, es solo cobardía. Las personas tienden a ser atentas con quien temen.
* De que sirven las palabras en la indignidad de una guerra.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015