Esteban Jaramillo
@estejaramillo
Respecto a la columna de opinión Con onda explosiva, de la semana anterior, tajante soy reafirmando lo dicho... Lo dicho, dicho está.
No es la primera vez que chocan los egos en el camerino de la Selección. Ha ocurrido siempre, en esta y en las anteriores convocatorias. Se conocieron rebeliones por premios, vetos, peleas, rechazos y expulsiones, a través de filtraciones o investigaciones periodísticas.
Lo saben los jugadores, lo silencian los periodistas y lo minimizan los directivos. Es fácil sacar de contexto una denuncia, con eufemismos.
Tampoco es la primera vez de las divergencias de James con sus compañeros, de provocaciones e incluso de amenazas físicas o intentos de agresión, para no ir más lejos. A propósito, nunca dije que con Falcao pelearon y se dieron puños.
Periodistas serios denunciaron en el pasado incidentes parecidos, rechazados por la dirigencia. Víctimas fueron también Carlos Queiroz, quien prefirió marcharse, y su asistente Océano Cruz, quien prometió develar secretos sobre su experiencia.
¿Prenderá el ventilador?
En la victoria se maquillan las miserias. En las derrotas se rompen las alcantarillas y las suciedades de las relaciones salen a flote.
El grupo de los elegidos se ha desmoronado por la hoguera de las vanidades que hay en su interior, por futbolistas acostumbrados al elogio banal y lisonjero, por la ausencia de compromiso y la falta de gobernabilidad por parte del técnico.
La problemática que hoy aflora, la vivieron todos los entrenadores. Maturana y Bolillo también fueron víctimas, quizás por ser tolerantes. En sus narices se armaron camarillas y reinaron las discordias, por los bandos en conflicto. Recordemos los mundiales del 94 y del 98.
No es un misterio que adentro de la Selección hay, y hubo, divisiones por regionalismo, por predisposiciones entre blancos y negros, entre futbolistas de equipos chicos y clubes grandes y entre aquellos de sueldos exorbitantes e ingresos de gregarios.
Algo logró contrarrestar Pékerman en el primero y exitoso proceso, porque el vestuario se vio limpio, el futbol fue de lujo, el balón se tocó como un violín y los resultados fueron halagadores.
James, válido es afirmarlo, en sus momentos de esplendor, era un artista, pero renunció a la gloria y no quiso ser leyenda.
No se solucionan los problemas escondiendo la basura debajo de la alfombra o atacando a quien informa o justificando entre susurros.
Identifican las crisis a los periodistas entregados al poder sin libertad de opinión, acostumbrados a sacar las denuncias de contexto, para pagar favores. La afición ya los conoce. No me toquen ese piano que me aturde.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015