Esteban Jaramillo


Esteban Jaramillo
@estejaramillo
Lo que vi... lo que sentí.
Increíble. Gratificante. Un bofetón para los ladrones de sueños, en el fútbol profesional. Un desbloqueo anímico para los aficionados indignados por los malos momentos del Once Caldas.
Cuando el partido, con la tribuna nerviosa, ingresó al tramo final en el minuto 93, un tal Jair Joao Abonía del Valle, ( nada que ver con aquel veloz delantero del Once Caldas, en los noventa, ya fallecido) enterró, con su autogol, las aspiraciones de su selección y llevó al tope las de Caldas, para transformar el sufrimiento en fiesta, en baile, con el título nacional en la categoría Sub 21.
La pelota esquiva había rondado, segundos antes, por la portería local, con un disparo en el larguero que amenazó con amargar la tarde.
Nunca, en todo el partido, y en general en el trámite del campeonato, Caldas perdió las formas estéticas de su juego, ni aminoró la búsqueda del triunfo. Pese a que el gol de la victoria maduraba, pero no caía, no reinó el desespero y tampoco el conformismo.
Caldas fue el mejor equipo.
Hermosa la tarde como bello es el fútbol, intenso y emocional, cuando no se acude a la trampa, no se gana con ayudas extras y el premio mayor es para los mejores.
Desaforados, en improvisadas tribunas, gritaban desde lo alto los chicos de Atlántico y Tolima, hermanados en la angustia, porque fueron campeones y subcampeones solo por un rato, dado el resultado parcial del partido del que dependían. Una caída de Caldas los beneficiaba. Penoso su camino de retorno a casa.
Loco el cierre.
El apoyo de la gente fue increíble porque representaba un desahogo frente a las decepciones constantes del Once. Varios de los futbolistas campeones sufren y sufrieron el rechazo de Eduardo Lara, Huberth Bodhert, y su corte de asistentes, para darle cabida a jugadores de otras tierras y otros empresarios. Roscas o paisanajes que todos advertimos porque tontos no somos.
Torneo exitoso el de Difutbol, para el recreo de la memoria. Muchos históricos en la tribuna, como ojeadores de talentos, y decenas de amigos, practicando el arte de la palabra que rodea la pelota.
Hay futbolistas buenos en la comarca. Capacitados para hacer diferencias. Solo que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver.
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