Esteban Castro Ramírez

La 64 temporada taurina de Manizales fue una temporada de matices. Qué más quisiéramos que todas las tardes con merecidas puertas grandes para que la tauromaquia diera de qué hablar en cuando tanto se necesita, pero tardes de toros como las que vivimos retan a los espectadores a encontrar la esencia de la tauromaquia. Hubo aspectos para resaltar que merecen resultado artístico, pero no todo es indulto pese a que el toro cumpla. Cuatro cosas:
1. Vuelta al ruedo a Tauro Joven y su tendido con más de mil personas que colmaron durante siete tardes las gradas. Realizaron actividades previas a la corrida para incentivar a extraños a asistir a la plaza y conocer la tauromaquia más allá de lo que muestran las redes sociales que tanto daño nos han hecho. Comenzó llevando la gente a la plaza y llega un año para enseñarles con el fin de que la rigurosidad que merece la plaza comienza por ellos.
2. Arrastre lento con música a las apuestas de la temporada como los recortadores que fueron del total agrado del público y que, personalmente, me gustaría verlos de nuevo en ocasiones futuras; Álvaro Lorenzo, español que no tuvo suerte en la corrida de la juventud, pero que bordó el toreo en el Festival taurino; y Juan de Castilla, paisa que ilusiona con sus actuaciones y que tanto empresas, ganaderos y aficionados debemos acoger para encumbrarlo como la máxima figura colombiana. ¡Y tiene con qué! Hay con qué hacer relevo y salir de la monotonía en los carteles.
3. Música en el arrastre a la asistencia de la plaza que le muestra a las empresas de la ciudad y el país que la tauromaquia es un espectáculo fenomenal para hacer publicidad. Esto le ratifica a los políticos, que tomaron los toros como moneda de cambio, que los taurinos también somos potencial electoral, por lo tanto, si quieren votos deben comprometerse con la fiesta que tanto bien le genera en cuestión económica a los manizaleños. La Feria de Manizales sin toros, no sería Feria, pues no hay ningún espectáculo pago que genere esa asistencia siete días seguidos.
4. Pitos en el arrastre o bronca al palco presidencial. El mismo presidente que le negó acertadamente -haciendo uso del reglamento- la segunda oreja a Juan de Castilla en el inicio de feria por la colocación delantera de la espada, siendo potestad suya la concesión de la segunda pese a la petición mayoritaria, le negó injustificadamente la primera oreja al novillero Juan Sebastián Hernández cuando hubo petición mayoritaria. Cómo quiere ser él protagonista negando una oreja a un novillero que la necesita y que se la había ganado a ley, pero en el final de feria cambia tanto sus estándares y rigurosidad bajando la categoría de la plaza al punto de conceder dos orejas por la presión del público a una faena con pinchazo previo. Ni hablar del pasodoble Feria de Manizales, que hace años dejó de ser un premio y pasó a ser el pasodoble para emocionar al público y justificar las orejas. “Que la rigurosidad de la plaza persista aún con las figuras” incluso con Enrique Ponce, Dr. Gómez Upegui. Usted que es poncista, aquel que nos engañó con una excusa médica de la rodilla. Si Falcao tuviera la rodilla de Enrique hubiéramos sido campeones en Brasil 2014. Nos vemos en octubre para volver a colmar los tendidos, justo antes de elecciones, para enseñarles a los políticos de turno que la fiesta está viva.
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