Efraim Osorio


Es muy posible que quien estas quisquillas escribe no entendió lo que el autor quiso decirnos en la siguiente información: “…de los cuales extraía sus mejores tesis para traducirlas en amenas y brillantes argumentaciones, que muy pronto le enajenaron el prestigio, el reconocimiento y la confianza de importantes sectores de la sociedad” (El Tiempo, Alpher Rojas C., 7/5/2020). Y tal vez no lo captó, porque, como su artículo es una alabanza al señor Hugo Gómez Gómez, le pareció que con el verbo ‘enajenar’ expresó la idea contraria de la que quiso manifestar, a saber, que sus virtudes y honestos procederes lo hicieron merecedor del reconocimiento y confianza de sectores de la sociedad. Ello es que ‘enajenar’, además de ‘quedar fuera de sí, embelesar-se’, significa “desposeer o privar de algo; ceder un derecho”, etc. En pocas palabras, no veo cómo acomodar dicho verbo en esa oración. De ninguna manera. O no comprendí.
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Aunque la Academia de la Lengua ha comenzado a convertir en verbos regulares algunos irregulares, aún quedan muchos con tan bella naturaleza. Entre ellos, ‘descollar’, que pertenece a la segunda clase, según la clasificación de don Andrés Bello, la de aquellos que cambian la ‘o’ de la raíz por el diptongo ‘ue’, cuyo modelo es ‘volar’: ‘vuelo, vuelas, vuela; volamos, voláis, vuelan’. Y así; ‘descuello, descuellas, descuella; descollamos, descolláis, descuellan’. Sin más explicaciones, la cita: “La poesía es luz en medio de la noche lóbrega (…), es agua de un manantial que descolla en vendimias espirituales” (LA PATRIA, Juan Álvaro Montoya, 7/5/2020). “…descuella en vendimias espirituales”. Como dije, ni la Academia de la Lengua, complaciente ya en algunos casos, se ha atrevido a privar a este verbo de su irregularidad, porque sabe que detrás de él vendrían ‘yo almorzo, tú encontras, él se avergonza…’. ¡Uf!
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Es tan perniciosa la influencia de la omnipresente y fastidiosa locución ‘por parte de’, que hasta traída de las mechas la utilizan, por ejemplo, en la siguiente frase, en la que no tiene cabida: “En los últimos días nos enteramos de las penalidades que existen por parte de muchos campesinos” (LA PATRIA, La voz del lector, Jorge Giraldo Acevedo, 8/5/2020). Antes de la aparición de esa ‘peste’ expresábamos la misma idea en los siguientes términos: “…de las penalidades que sufren muchos campesinos”. O “que soportan”. Y hay muchas otras maneras correctas de buscarle la comba a ese palo.
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El columnista Guido Echeverri cita a un tal Ramonet: “Es lo que las ciencias sociales califican de hecho social total, en el sentido de que convulsa el conjunto de las relaciones sociales…” (LA PATRIA, 8/5/2020). Imagino, no muy seguro de ello, que ésa es una traducción de la frase original. Versión o no, el verbo ‘convulsar’, aunque existía en castellano con el significado veterinario de “encoger el nervio de los animales o de cualquier especie por fines quirúrgicos”, no es el indicado en la frase glosada, sino ‘convulsionar’ (‘producir convulsiones, contracciones, agitaciones’), y procede del verbo latino ‘convellere’ (‘arrancar del todo; desquiciar; abatir; hacer vacilar’) a través de su supino ‘convulsum’. Precisión conceptual. Entre paréntesis, ‘convulso-a’ es el adjetivo correspondiente.
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