Eduardo García A.
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Ahora que las potencias occidentales y Rusia forcejean, se amenazan y se provocan aumentando la tensión hasta límites insostenibles, piensa uno en el personaje inolvidable del Cándido de Voltaire, quien recorre en una incontrolada montaña rusa el mundo viviendo las más terribles catástrofes naturales o bélicas, a las que sobrevive siempre para contar.
El viernes dijo con toda claridad el presidente de Estados Unidos Joe Biden que los estadounidenses presentes en Ucrania debían salir del país pues él no enviaría tropas a rescatarlos si se da una invasión rusa. Añadió que el día en que rusos y estadounidenses empiecen a dispararse entre ellos se iniciaría una guerra mundial.
Otros países europeos también han pedido a sus nacionales salir del país, mientras Rusia realiza fuertes simulacros militares conjuntos con su aliada Bielorrusia y tiene apostados unos cien mil soldados en la frontera con Ucrania, país ligado al imperio ruso y que perteneció a la Unión Soviética, que le cedió en 1954 la península de Crimea, recuperada por Putin hace unos años, iniciando el conflicto con Occidente.
Rusia no quiere que los países fronterizos adhieran a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y se opone a la instalación de misiles y armamento occidental en esos territorios, lo que considera como agresión, provocación y amenaza para su seguridad nacional. Es la línea roja que plantea a Estados Unidos y a los países europeos para iniciar una distensión.
Los poderes mundiales tienen horror a un mundo sin guerras y cuando se acaba alguna en un lado se precipitan pronto a encender una hoguera en otra parte, razón por la cual la tierra siempre ha vivido sacudida por conflictos regionales y mundiales que a veces se apagan y otras viven escaladas insospechadas convertidas en tragedias.
Antes de que la chispa encienda la pradera, los líderes mundiales aparecen en el escenario mundial representando los papeles que saben desempeñar: generando amenazas, incrementando la tensión y poniéndose máscaras a través de las cuales manipulan al mundo, ávido de noticias rápidas, miedos, angustias y sacudidas inesperadas. Nunca sabemos si las amenazas de hoy se convertirán en guerras mañana y la historia nos enseña que los conflictos bélicos mayores siempre toman por sorpresa a los contemporáneos.
Voltaire era un moderno insaciable y un maestro del sarcasmo y la ironía que sabía denunciar y desentrañar esos juegos de las potencias mundiales, que en aquel entonces eran comandadas por monarcas todopoderosos encerrados en palacios donde vivían rodeados por una corte de aduladores, bufones, cortesanas y traidores.
Aquellos reyes usaban a la plebe de campesinos pobres como carne de cañón en múltiples guerras que se sucedían según los caprichos y los avatares de la codicia y el ansia de dominación. Todos los territorios del mundo conocido están poblados por millones de esqueletos de soldados y caballos, cascos, espadas, escudos, armas de fuego, bombas, granadas, tanques y otros adminículos de terror que desde los primeros tiempos históricos se usaron para matar.
Napoleón ensangrentó a Europa e hizo matar a cientos de miles de campesinos en los campos de batalla para saciar sus delirios de grandeza. Pero al intentar invadir Rusia, se inició su declive y su derrota. Lo mismo trató de hacer Hitler, comenzando allí su estrepitosa caída.
El Ejército Rojo ayudó a vencer a Hitler y llegó a Berlín, donde izó la bandera soviética y se quedó con la tajada de los países del Este que devolvió medio siglo después cuando se hundió la URSS. Ahora de nuevo algunos occidentales quisieran arañar los territorios de influencia que le quedan a Rusia, sin medir las consecuencias, pues el nuevo Zar no está dispuesto a ceder.
Europa ha vivido en relativa calma desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, salvo el sangriento conflicto de la ex Yugoslavia que produjo un puñado de nuevos países tras un atroz genocidio entre etnias, religiones y culturas diferentes que antes vivían en paz bajo el mando del imperio austrohúngaro o el mariscal Tito. Después de múltiples guerras en Afganistán, Siria, Oriente Medio y África, ahora el lío está otra vez aquí al lado de Europa y los aspavientos de los líderes nos vuelven asustar para que no olvidemos que la mayor guerra mundial terminó en 1945, hace apenas 77 años.
¿Tendremos que huir a Casablanca como Humphrey Bogart e Ingrid Bergman o empacar maletas como Walter Benjamin, o todo esto solo será parte de una siniestra mascarada propagandística? Preguntémosle al buen Cándido, el inocente que aprende a golpes de las locuras de la humanidad y al final se dedica a cultivar su jardín en paz.
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