El pasado 23 de marzo el Concejo de Manizales se ocupó de analizar la influencia de la educación superior en la reactivación económica de la ciudad, en una sesión que convocó a diferentes actores del sistema educativo. Más allá de las conclusiones y decisiones que de este evento se pudieran derivar, resulta interesante destacar que la corporación se haya dado un espacio para debatir alrededor de la contribución de este sector a la economía.
Con cifras contundentes sobre el aporte al Producto Interno Bruto de Manizales y Caldas se demostró que la educación tiene un peso importante en el mejoramiento de diferentes indicadores de la economía. Sin embargo, tal vez no sea ese el aporte más destacable que la educación le hace al mejoramiento de las condiciones de vida en el territorio: como lo planteó el premio nobel de economía Gary Becker, la educación es un factor que puede explicar el crecimiento económico en forma de productividad, dando de este modo una nueva interpretación de los factores no observables en la economía y no dependientes exclusivamente de la cantidad sino también de la calidad y el aprovechamiento que de ellos haga la sociedad.
De esta manera se puede plantear que la educación es un sector necesario no solo como sector de la economía que contribuye a promover la prosperidad económica, sino también como factor determinante de las características de una sociedad. El acceso a la educación se convierte en un factor fundamental de movilidad económica y social en cualquier ámbito. Diversos estudios han demostrado una estrecha relación entre el acceso y la calidad de la educación y el progreso de las naciones y por lo tanto resulta urgente que la sociedad se tome en serio las afectaciones que el sistema educativo está sufriendo en todos sus niveles como consecuencia de la ampliación de la brecha en acceso y calidad que se está observando no solo en Manizales y Caldas sino en todo el país entre los diferentes estratos socioeconómicos.
En este sentido, resulta importante avanzar en el debate y las soluciones sobre las implicaciones que están teniendo las medidas de distanciamiento físico, que la pandemia ha obligado a tomar, sobre la brecha en calidad de la educación como consecuencia de las diferencias de acceso a los equipos de cómputo y la conectividad entre diferentes grupos poblacionales, que afecta especialmente un sector considerable de niños y jóvenes. Las consecuencias de esta situación no son observables en el corto plazo, pero se sentirán en el mediano y largo plazo cuando quienes hoy están siendo excluidos de una educación de calidad se integren a la fuerza laboral del territorio y no cuenten con el conocimiento necesario para insertarse en una economía que cada día demanda en mayor medida el aprovechamiento de los conocimientos, habilidades y destrezas en lo individual y colectivo.
Como lo plantea Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional de Colombia, “….en gran medida somos lo que nuestro pasado educativo nos ha permitido ser, y vemos esperanzados un futuro, basado en gran medida en la forma como vayamos a educar a nuestros jóvenes…”, en consecuencia seguramente Manizales, Caldas y Colombia serán lo que en el presente educativo se le está entregando a la juventud, y de acuerdo con lo que está sucediendo con la educación, se está avanzando en la construcción de una sociedad más desigual y por tanto menos viable. Es urgente avanzar en el cierre de esta brecha que se ha ampliado con los acontecimientos del último año.
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