Cristóbal Trujillo Ramírez


En el departamento de Caldas, se adelanta actualmente la confrontación programática de cara a ocupar el cargo de la rectoría de la Universidad de Caldas. Siempre he creído que este proceso es muy importante para todo el sector educativo, y no solo para la educación superior. Los niveles de educación preescolar, básica y media también tienen allí los más nobles y profundos intereses. Aprovecho entonces este espacio para compartir con ustedes algunas reflexiones al respecto, las cuales, humildemente, pueden ser tenidas en cuenta a la hora de decidir a la persona con los méritos necesarios para orientar los destinos de esta magna institución y encumbrarla, como lo reza su himno, a la excelencia como norte sin par. Pero antes de sugerir algunas características del perfil que debe cumplir el nuevo rector de la Universidad, me permito hacer varias consideraciones del acontecer de esta institución en los últimos tiempos, específicamente, en lo que tiene que ver con su responsabilidad en la formación de maestros. Me parece válido e ilustrativo si me apoyo en un hecho que aconteció en uno de los comités organizacionales de la Universidad. Se encontraban sus miembros analizando el bajo nivel académico de sus estudiantes de programas de pregrado, y cuando uno de ellos asignaba responsabilidades a la mala preparación con la que llegaban de la educación media, para sorpresa de todos, otro con asombroso acierto preguntó: “¿Y luego no somos nosotros mismos los responsables de la idoneidad profesional de aquellos que los preparan?”.
Aunque es cierto que en la formación disciplinar de los egresados de la Universidad de Caldas existen las competencias suficientes, desde la escuela hemos venido sintiendo en los últimos diez años algunos vacíos importantes en el perfil de sus nuevos licenciados, fundamentalmente en su perfilamiento pedagógico y su formación política, hasta el punto de que pareciera que están formados solo para ganarse la vida dictando clases.
Además de lo anterior, hay un divorcio casi absoluto de la Universidad con los centros de práctica (colegios); muchas veces ni los asesores aparecen a acompañar a los practicantes y estos quedan abandonados a la buena voluntad de los profes titulares y sus directivos. No hay diálogo ni agenda entre la Universidad y las escuelas de práctica, y esta no hace presencia con proyectos de extensión en las instituciones educativas y sus comunidades. Podría afirmar atrevidamente que desde la extinción de la otrora facultad de educación, se diezmó el movimiento pedagógico, y las diferentes licenciaturas pasaron a formar parte de otras facultades en las cuales el saber disciplinar ocupa todas sus intenciones.
La Universidad se abrió a otra cantidad de programas que emergieron de las dinámicas mismas del país, y eso está bien. Pero no es correcto que se mengüe el perfilamiento pedagógico, didáctico y político de los nuevos maestros; no es aceptable que las licenciaturas en la Universidad de Caldas no tengan la misma importancia que antes tenían, y resulta inconveniente a todas luces que, como ahora no tienen la demanda de antes, no hipotequemos los mejores esfuerzos para formar con niveles de excelencia a los maestros que requieren los niños y los jóvenes de Colombia.
La Universidad de Caldas ha tenido como rectores a diversos profesionales: abogados, médicos, agrónomos, economistas, ingenieros, etcétera, y creo que la historia les ha dado la oportunidad a muchas disciplinas de orientar los destinos de esta gran institución. Pero hoy, desde el interior mismo de la escuela, considero que esta alta dignidad debe estar en manos de una persona del sector educativo que conozca perfectamente las dinámicas educativas en el departamento de Caldas, que conozca por dentro los intríngulis organizacionales de la Universidad, que tenga un buen recibo en las esferas del Ministerio de Educación Nacional y, por supuesto, de alguien que a través de su importante experiencia y su paso por el sector oficial no haya demostrado mácula alguna en el manejo de lo público. Es más, el próximo rector debe ser alguien capaz de entender que la Universidad de Caldas debe constituirse en el eje articulador de la educación en todos sus niveles, y capaz de concebir el sistema educativo como un engranaje desde el nivel de educación preescolar hasta el nivel superior. Desde la escuela, finalmente, considero que el nuevo rector de esta importante universidad debe llevar una escuelita en su corazón.
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