Fraile


Como hay que estar “en la onda” como en su momento decían los jóvenes que hoy son sesentones, encabezo esta misiva con el título del libro escrito en el dos mil trece por el actual presidente de la República, Iván Duque Márquez, el primo de Diego, al alimón con Felipe Buitrago Restrepo, coequipero suyo en el BID, y recientemente nombrado como consejero económico del gobierno. “La Economía Naranja, una oportunidad infinita” es el nombre completo de la obra, que como bien te imaginarás, al igual que muchos otros compatriotas que la están comentando… no la he leído.
Sin embargo sí he estado al tanto de lo dicho por algunos exégetas serios, de los que supongo sí conocen la obra y de ahí viene la información y descripciones que en adelante daré.
Dicen mis fuentes “de alta fidelidad”, ¿queda alguien que recuerde a Arturito Abella?, que en el libro se plantea la revolucionaria teoría de la viabilidad de cambiar la economía a través de un modelo que incluya a todos los sectores que basan sus bienes o servicios en la actividad intelectual. Y la tildan de revolucionaria porque se trata de una “Economía Creativa”, ideada por John Howkins, basada en la generación de riqueza a través del talento, la conectividad y la herencia cultural de las regiones, algo que nunca antes había sido considerado dentro de las teorías económicas tradicionales.
El nombre de “Economía Naranja” parece ser que viene de una determinación del BID que resolvió “pintar” con este color al valor agregado que pueden llegar a generar las empresas culturales y los emprendedores no tradicionales.
Como economía creativa que es de ella hacen parte, entre otras actividades, la arquitectura, las artes visuales, el diseño editorial, la publicidad, el teatro, el cine, la música, la moda y debería incluirse, añado yo, la Fiesta Brava ya que esta cumple con las condiciones requeridas para ser incorporada dentro de su ámbito. Los toros, al igual que cualquier otra actividad, llámese danza o música, también proceden del talento creativo, hacen parte de la herencia cultural de nuestro pueblo y generan riqueza e ingresos; eso está claro y demostrado.
Pero como en el mundo no todo es o blanco o negro, claro que existen críticas a esta hipótesis y una de las más profundas y complejas es la de que para su aplicación lo primero que se debería hacer era definir “cultura”. Pero, ripostan los defensores de la idea argumentando, con razón a mi juicio, que una definición limita, encasilla, encierra en una caja hecha de palabras un concepto y esto solo conduce a desconocer la universalidad de una realidad.
Entonces digo yo, simple y elemental mortal que debe tratar de comprender para aplicar sin meterse en honduras que solo llevarán a los profundos pensadores a nunca ponerse de acuerdo en nada, que la teoría me parece válida y que no entiendo porque nunca se habían considerado seriamente las actividades provenientes del talento y de la cultura como motores reales de una economía. No podemos seguir pensando que nuestro futuro está solo en el petróleo o en el aguacate de Aureliano Petro.
El espectáculo taurino cumple con las condiciones de esta nueva teoría para hacer parte de los propulsores de nuestra economía. Ojalá el nuevo gobierno sea consecuente con sus promesas y defienda la Fiesta como lo que es, vale decir, parte del engranaje de una economía creativa. Pero la Fiesta hay que cuidarla y mantenerla como siempre ha sido. Con los cambios que ésta o cualquier otra actividad deba naturalmente aceptar como parte de la evolución social, pero sin tocar su esencia. Si la tocan desaparece; “remember Quito” y ahí sí empezaría, o el incumplimiento de una promesa de campaña o una contradicción al desconocer la universalidad de la teoría de la “Economía Naranja”.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: ¿Es chistoso, es serio o es irrespetuoso ese asunto de renunciar para luego "renunciar a renunciar”?
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