Fraile


Estimado Juan José:
Grata sorpresa me llevé en estos días cuando supe que de tiempo atrás las empresas que regentan las plazas de primera categoría en Colombia, vale decir, Manizales, Bogotá, Cali y Medellín, han venido trabajando con gran empeño y dentro de la mayor discreción en la defensa del espectáculo taurino frente a los constantes ataques que contra él se han venido dando tanto en el Congreso de la República como en las altas cortes.
Y es así como desde la primera acción ofensiva se tomaron la vocería de la defensa de la fiesta y juntaron recursos y voluntades para ponerlos al servicio de los intereses de la comunidad taurina y así evitar que políticos, o mejor politiqueros apóstatas y oportunistas dieran al traste con una actividad recreativa que hace parte tanto de la idiosincrasia como de las tradiciones del pueblo colombiano.
Y menuda carga la que se echaron encima, pues la “pelea” ha sido bien desigual dado que las armas que los empresarios han usado son la dialéctica, que no es otra cosa que el razonamiento desarrollado a través de principios y la juridicidad o búsqueda del respeto a las libertades fundamentales en estricto derecho, mientras que los detractores de la fiesta, financiados como están por poderosas multinacionales extranjeras, han usado unas armas que, se nos antoja, bien pueden haber sido no muy santas, pero digamos que infortunadamente resultan de uso común en nuestra desvencijada, descolorida, desvergonzada y viciada “democracia”.
Y es así como trabajando, trabajando las empresas taurinas se acercaron a las comunidades de ciudadanos que tienen como actividades recreativas, unos las peleas de gallos, otros el coleo y los demás las corralejas, para unirse y crear con ellos un frente común que les permita a cada una de estas llamadas “minorías”, que no sé qué tanto lo serán, sumarse entre ellas para convertirse en un número de personas bastante representativo de nuestra sociedad. Y así, aumentada la cantidad de “posibles electores”, como claramente lo intuyes mi querido Juan José, la “cosa se les pone a otro precio” a quienes hoy, con sentido muñidor, apoyan el fin de los toros, de las corralejas, de los gallos y del coleo. Gracias a la unidad lograda por estos cuatro estamentos de la sociedad y conjuntados ellos, aparecen ya como una fuerza poderosa que deberá ser tenida en cuenta frente a las decisiones que sobre sus actividades se pretendan tomar en las altas, medias o bajas, esferas institucionales.
De hecho, es tan fuerte y real la unión entre los cuatro gremios que han convenido presentar conjuntamente, en un solo cuerpo, un proyecto de ley regulatorio de cada una de estas actividades para dar cumplimiento al mandato de la Corte Constitucional, en el sentido de morigerar algunas de las formas que en estos eventos se dan y que a ciertos magistrados les parecen fuertes, pues da la impresión que se encontraran encasillados dentro del contexto moderno y a mi juicio bárbaro y equivocado de la humanización de los animales.
Amanecerá y veremos. El hecho es que las circunstancias condujeron a esta por demás provechosa unidad, que va a dar mucho que hablar en el futuro.
Recibe un abrazo de tu amigo “El Fraile”.
Añadido: El prohibicionismo alimenta la estupidez.
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