Carolina Martínez


Yo también sé ser feliz. Debo decirlo aquí a los lectores que se preocuparon con mi columna del sábado 6 de mayo “Esto de ser artista” donde digo que se me facilita ser artista porque sufro mucho y siento soledad siempre. No se preocupen, de verdad, y no es que sea mentira, es que es delicioso. Para mí la soledad es un lujo que pocas veces me puedo dar, y sufrir, pues sí, a veces, pero hasta llorando gozo. Sin sufrir no podría ser feliz.
Otros sintieron pesar de mí por mis gustos musicales, porque hablo de Luis Gabriel, un cantante de la barra de Pablus Gallinazo y Rosita, de Ana y Jaime y todos esos mechudos que con sus canciones protesta nos hicieron vivir el espíritu hippie que todos llevamos dentro ¡Pero eso fue hace 40 años! Ricardo, un lector que no me lee mucho pero me lee, me puso 4 en conducta musical. Y eso que no me ha visto en fiestas, porque si me viera, me pondría un 5, pues cuando tengo compañía pongo lo que la gente quiere oír, y a veces me aburro. En cambio, cuando estoy sola, juego Yo me llamo y gano, siempre gano, porque yo me llamo Lolita Flores, y con eso soy feliz. Y también lloro, de la tristeza de no haber sido de la barra Flores-Pescailla para que me invitaran a los bautizos y primeras comuniones de la familia… pero bueno, como si lo fuera. Cuando estamos solos nosotros en la intimidad bailamos flamenco, bebemos vinito y pasamos felices. Porque eso sí, jamás me siento a tomar sola. Siempre acompañada, siempre con ellos, y con mis tres perritas y mis dos gatos, y además, no me siento, bailo. Hay que dejar tanto prejuicio con los copisoleros, como les dicen a aquellos que no necesitan bochinche para saborear un vino.
Ni para ir de compras; prefiero sola. Soy consciente de que se apodera de mi ser un espíritu no tan hippie, sino otro bastante consumista. Mi mayor problema con las compras es que todo me gusta, el otro, el del bolsillo, no me daña el rato, porque no hay nada que me produzca más felicidad que comprar descuentos. Me vuelvo loca. Después del furor y el desvirolamiento, cuando llego a mi casa me mido todo otra vez, desfilo, arreglo el closet para meter lo nuevo y soy inmensamente feliz; incluso, soy feliz hasta cuando me hacen el paseo millonario en Pricesmart; ir a esa tienda me estremece el corazón.
But sometimes I can´tget no satisfaction, y aunque tampoco fui de la barra de los Rolling Stones, canto mucho con ellos, pero no me llamo Mick Jagger. Y así voy por este mundo… soy crossover, en la vida y en la música, a veces ni comer necesito, ando tan ocupada en ser feliz que se me olvida. Otras veces lo soy tanto, que ni sufro; como ahora, que me hace tan feliz este hombre, un artista muuuy veloz en la pista, Fernando Gaviria, un descreste de paisita de 22 años que lleva cuatro etapas ganadas del Giro de Italia ¡Eso es mucha belleza! Quién no es feliz de ser colombiano al ver a este antioqueño jugársela toda por ser el primero y dejar en alto el nombre de nuestro país, como lo va a hacer Nairo este fin de semana en la montaña, y como lo han hecho Esteban Chaves y Rigoberto Urán. Lo que más me gusta de Gaviria es que no quiere que le digan “El misil” porque los misiles hacen referencia a la guerra, y él es vida, ganas, sueños y verraquera total. ¡Y qué viva Colombia! Un día de estos le cojo ventaja a las lágrimas y me dedico a ser felicísima por el solo hecho de vivir aquí mi gente linda, mi gente bella.
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