Eso de perder amigos por razones políticas sí me parece el colmo de las estupideces. Y lo peor es que sucede y por esta época es lo más normal. Todo parece ser normal en esta época. La gente anda como enloquecida, dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias. Cualquier cosa se nos vuelve personal. Todos creemos ser poseedores de la verdad. Nos atrevemos a defender a nuestro candidato por encima de cualquier lazo de amistad o familiar, como si a los políticos les importara un carajo nuestra vida o llevaran nuestra sangre. Nos la chupan más bien. Sabandijas. 
Nos estigmatizamos unos a otros. Nos ofendemos. Peleamos todos contra todos. Como si algo fuera a cambiar si gana el uno o el otro. Y a lo mejor sí. Pero para que Colombia sea un país desarrollado falta mucha educación, mucho esfuerzo y muchas generaciones para erradicar la conducta corrupta que tenemos instalada en el cerebro como un chip maligno programado desde el fondo de la conciencia. Aquí lo normal es robar. Pensar solo en el beneficio propio. Sacar tajada siempre. Sin chanchullo no hay negocio. Sin comisión no hay contrato. Sin tumbar no hay ninguna gracia. Eso es lo normal. 
Lo anormal es que nosotros no nos demos cuenta de que a la mayoría de los políticos no se les puede creer nada, que son aves de mal agüero que vuelan sobre nuestras cabezas para llenarnos de promesas que serán olvidadas cuando lleguen al poder. Que lo medios de comunicación nos manipulan, mienten y engañan. Que juegan con nosotros de acuerdo a sus conveniencias. Somos tan ingenuos. Y tan ignorantes. Somos lo que ellos quieren que seamos. Borregos. 
Y en las redes sociales, que son la voz del pueblo, pues peor. Allí no hay manipulación de los grandes medios pero lo que encontramos es agresividad, noticias falsas, polarización, groserías, intolerancia, odio y violencia. Todos los días me provoca bloquear a alguien de mi Facebook, y de mi vida de una vez. Principalmente a un pariente fanático que tengo, maleducado y alzado -pasa hasta en las mejores familias-. Para él todos los que no tenemos predilección por su candidato somos retrasados mentales. Tengo otra amiga que quiero mucho y por eso no la he bloqueado, pero qué verraca tan monotemática y aburridora, está casi tan obsesionada como ese otro amigo manizaleño que ya me tiene desesperada con tanto insulto que reparte diariamente a todos los que no piensan como él. Aparentemente gente normal. Pero están locos. Mi amigo manizaleño pone cosas como esta: “Los perros petristas que equivocadamente sean amigos míos van para afuera, bórrenme, fuera de mi vida y de mi vista, chandas”. No sé por qué no lo he borrado, tanto odio hace daño. Brutos. 
La MOE - Misión de Observación Electoral- que es una plataforma de organizaciones de la sociedad civil que promueve el ejercicio de los derechos civiles y políticos de la ciudadanía a través de la democracia, indicó que las ciudades en que más mensajes agresivos se han enviado en esta campaña electoral son Bogotá, Manizales, Armenia, Pereira, Medellín e Ibagué. La principal razón es el “odio a las Farc” con un 34%, la corrupción con el 26%, el castrochavismo con un 24% y el paramilitarismo con un 7%. No digo que no haya motivos y cada cual los tendrá, pero es que la violencia no se justifica, solo genera más violencia. Para el estudio se analizaron 8’188.417 mensajes publicados en Facebook, Twitter, Instagram, Youtube y Blogs y de esta cifra 1’509.483 mensajes, el 20%, mostraron alta agresividad y grosería. Lo que interpreto con las razones mencionadas, es que ese 34 y 26 por ciento suman la mitad de la población que agrede a los petristas, el 26% a Santos y el 7% a Uribe; ahí por encima se ve quienes son los más violentos. “Los mensajes se rastrearon por medio de adjetivos calificativos y construcciones lingüisticas complejas propias del lenguaje colombiano”. Mejor dicho, entre amigos y seguidores nos tratamos de gonorrea para arriba… ¿No les parece demasiado?