Carolina Martínez


Este mes cumplo diez años de escribir en estas páginas. Una década escribiendo soledades. Como 120 meses de entregarme en cada letra y casi 3.600 días en busca de un tema para no quedarles mal. 86.400 horas de mi vida atormentadas por encontrar qué decir. Y aproximadamente 5.184.000 minutos mi corazón latiendo de la angustia por no encontrarlo. Y nunca me había metido en tan álgidos temas como este de las multiplicaciones.
Díez años de banalidades. Barbaridades. Vanidades también. Y verdades. Nunca he querido dármelas de nada, y pena me da con ustedes pero la ocasión lo amerita: debo decirles que no soy periodista. Ni escritora. Ni analista. Ni intelectual ni nada de eso. Yo no escribo columnas, sino digamos, esqueletos, o tibias o peronés -para no matarlas tampoco porque lo escrito vivo queda- y aquí he escrito mis verdades, que han cambiado algunas, pero eso no las convierte en mentiras. Y debo admitir también que logré que este periódico me publicara mis tibias, columnas o peronés, por palancas.
Pero bueno aquí estoy. He tenido zancadillas, algunas roturas de hueso, he cojeado, pero estoy aquí, otra vez sentada frente a este computador que amenaza con su luz a llevarme hasta el final. 3.600 noches pensando cómo salvarme del ridículo. Y ya no hay luz que alumbre mis sombras. Lo he dicho todo. Y no me han editado nada.
Escribo sin censura -la única es la de mi madre- y escribo por escribir, y me pagan, aunque no como yo quisiera, pero así es, duélale al que le duela. Perdón, olvidaba que es prosa… Esta última frase la he repetido aquí porque me encanta, es un chiste de mi abuelita Meneca. Y bueno, hago cosas así, hablo de mi abuela y de lo que quiero, y de lo que no quiero también me toca hablar porque el tema escasea y me obliga a escribir sobre mí, siempre de mí, qué vergüenza, en serio, pero de qué más voy a hablar si yo soy la única persona con la que vivo todo el tiempo.
Espero no repetirme. Ni aquí ni en el tiempo. Aunque podría repetirme en El Tiempo, pero nada sería igual. A esta casa le agradezco la confianza. A pesar de la inmensa irresponsabilidad que significa permitirle escribir a una publicista como yo, espero que no se haya notado. Porque ya no lo soy, no me interesa convencer a nadie de nada bajo ningún medio. Y mucho menos éste. No escribo para que me crean. Escribo para creer. Para acordarme de lo que creí. Por eso no escribo de política, y porque siempre pierdo, los amigos, y casi siempre el voto.
Nunca sé qué decir cuando me preguntan sobre qué escribo. Y cuando digo que de nada, no me creen. Pero ustedes lo han comprobado. Y han de saber que no ha sido fácil para mí. Escribir de nada es cosa seria, porque sin meterle política -que es lo que gusta- y sin saber nada de lo que debería convencer a nadie, es complicado escribir una columna de opinión, y mucho más si odio las opiniones. Que siempre tengo, a mi pesar. Me gustaría ser de esas personas que no opinan, que van por el mundo sin la espina que opina. No sé si lo hacen porque tal vez sea posible que no tengan una opinión de nada o porque son capaces de tenerla y quedarse calladas. Pero yo no soy de esas. Aunque lo odie, tengo que opinar, y con mucha frecuencia me arrepiento. Porque a nadie le importa, y casi nunca lo que uno quiere decir es lo que el otro entiende, por eso opinar es un desgaste. Y es que detesto de tal manera que alguien crea que su opinión importa, que quisiera no tener que hacerlo. Pero no puedo. 200 columnas. Más o menos 140.000 palabras. Mal escritas, mal pensadas, maldecidas, lo que quieran, pero ¡qué constancia! Es lo más constante que he hecho en mi vida. A esa amiga que hace diez años me preguntó cuánto le pagaba yo a LA PATRIA para que me publicaran mis escritos, le contesto hoy que si me tocara pagar, lo haría, diez años más, aunque eso sí ustedes, o ella, me mandan el tema.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015