Carolina Martínez


Si alguien necesita una bandera de Belice por favor me avisa para regalársela. Es divina, de un color azul eléctrico y tiene un escudo bordado a mano con un señor y un negrito semidesnudos. También tengo para regalar tres bases de televisión y seis estuches para gafa. Cables varios. Tres módems de internet, decodificadores y controles, cuatro palos de 1,50 mts, un mata moscas eléctrico, un parlante que solo es ponerle el cable que se le zafó y una media nueva morada de rombos.
Aprovéchenme ahora; no es fácil para mí feriarlos, pues me han acompañado ya en cuatro trasteos.
Quien acepte alguno de mis regalos también se llevará cinco cajas medianas llenas de cd´s, y no porque estén rayados o no sirvan, al contrario, si no tiene internet, ni Ipod, ni teléfono con datos, ni computador, ni ninguna manera de acceder a Spotify, ni a Youtube y ver todo en video, los discos compactos le serán muy útiles para oír música, si es que encuentra dónde guardarlos y todavía conserva un reproductor de compact disc.
La elíptica sí la vendo, no es regalada, aunque si la necesita mucho y viene por ella se la puede llevar.
Lo que me gusta de la empacada es que es un derroche de creatividad fugaz: mil ideas brillantes por minuto mientras se busca la mejor manera de acomodar en las cajas para que sea más fácil la desempacada y no se quede todo regado por ahí. Y se encuentran nuevos usos a las cosas -para no botarlas- eso allá llego y cojo estos palos y los convierto en un marco si los forro con esos rollos de contact que andan por ahí. Propósitos así emprendedores y fantásticos. Y fugaces porque llega uno a la nueva casa y no se explica para qué se trajo esos palos y vuelve y los guarda con los rollos de contact hasta el próximo trasteo y surge esta pregunta ¿Por qué no puedo yo, ir ligera de equipaje?
El primer guante de golf que me regaló mi papá, los zapatos y la cachucha, ni los regalo ni los vendo, pero no sé en qué caja meterlos ni se me ocurre nada distinto a jugar golf con ellos; y no juego golf. Aunque empacar es un buen ejercicio también. Supongo que si a uno le duele todo el cuerpo de la cabeza a los pies es porque es bueno, saludable, algo así como hacer aeróbicos. Por eso es que no he llegado a necesitar la elíptica, el colgadero de carteras más caro que he comprado, pues me he ejercitado mucho en los últimos diez años, ya llevo unos seis trasteos. Con decirles que no tuve que empacar dos cajas que seguían empacadas. Y cómo será que aprendí a envolver con Vinilpel yo sola, y eso es una hazaña.
También me gusta de trastearme, llegar. Volver mío un espacio. Decorar. Pintar paredes, inventar nuevos colores, llenar el eco de las casas vacías con mi voz. Y en la primera noche en mi nuevo hogar sentarme encima de las cajas con una copa de vino a oír mi música para espantar otras voces que habitaron en el aire y dejar atrás el lastre y soñar con una vida sana llena de nuevos propósitos que después se irán al traste.
Meditándolo bien, mejor retiro la oferta de los cd´s no vaya y pase lo mismo que con mis vinilos y el tornamesa que regalé hace años en un trasteo, y hoy quisiera tenerlos todos, pero ya ni sé a quién se los di. De todas maneras, si el que los tiene lee esto, le cambio la mitad de mis chécheres porque me los devuelva.
Y todo para llegar a dormir sin cortinas.
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