Camilo Vallejo


“En este Plan Marshall colombiano tenemos que salir con recursos públicos, con una deuda responsable, para invertir en obra pública y generación de empleo. Y en ese sentido hay muchos proyectos. Queremos generar esperanza, queremos que todos los caldenses tengan empleo”. Fue lo que dijo el gobernador de Caldas al explicar la modificación de inversiones en el Plan de Desarrollo recién aprobado. Ya el alcalde de Manizales había dicho que su plan de infraestructura de movilidad verde sería un pilar fundamental en la reactivación económica a partir de la obra pública.
Es el Plan Marshall colombiano, caldense, de esperanza, de inversión, de obra pública, del empleo, empleo, del generar, generar. Una salida histórica en la que las recetas contra la crisis se le encomiendan a un Estado que gasta. Una idea que no es extraña para Caldas y Manizales, donde, aún sin pandemia, el gasto público todavía ayuda a sostener algunos sectores.
No obstante, es un plan que corre el riesgo de dejar más crisis. Si no se ajusta al Estado desde adentro. Si no se pone bajo examen la falta de planeación con la que a veces ejecutan los recursos y la cantidad de adiciones en los proyectos con las que terminan gastando de más. El discurso es muy bueno para mostrar la acción estatal como bondadosa y pura, pero la ejecución es igual de buena para dejarla desnuda.
La semana pasada se publicó un informe más de la Lupa a la Contratación de La Patria y la Corporación Cívica de Caldas. Se pudo ver allí cómo fue la realidad de las adiciones contractuales durante el periodo de la alcaldía de Octavio Cardona en Manizales. Se habla allí de 44 mil 800 millones en solo adiciones a los contratos.
En los datos del Secop I, vimos que de 81 licitaciones que se hicieron en los 4 años, 44 tuvieron adiciones. En obra pública, centro del Plan Marshall, se hicieron 31 licitaciones, de las cuales 22 tuvieron adiciones por casi 11 mil 700 millones en total. 4 obras tuvieron más del 35% de adición respecto de su valor inicial: la estación de policía de La Cabaña, las adecuaciones de dos colegios y la pista atlética del estadio. Hubo otras 2 obras con más del 25% de adición y otras 10 con más del 15%. Esto sin contar las adiciones de las interventorías, pues algunas superaron el 80% en adiciones.
En el periodo de Guido Echeverri en la Gobernación de Caldas, de 56 licitaciones en Secop I, 15 tuvieron adiciones. La mayoría son un desfase de planeación del PAE, que obliga siempre a adicionar para poder terminar el año. Se registraron 27 licitaciones de obra, 2 de ellas con adiciones por más de 222 millones de pesos en total. Una de ellas tuvo más del 25% de adición, para la instalación de señales en vías departamentales. Queda faltando el análisis de las licitaciones del Secop II, en 2018 y 2019, donde está, por ejemplo, el Plan Vial.
De un lado, las adiciones suelen usarse para hacer labores no pactadas o imprevistas que, en lugar de llevarse a una nueva licitación en la que más empresas tengan derecho a competir, se les dejan a quienes ya tienen el contrato. Si no mejoramos, el Plan Marshall caldense podría traer distorsiones en las que no se irrigan los recursos públicos a un espectro amplio de los sectores por reactivar, sino que más bien se favorecen monopolios de menos beneficiarios.
De otro lado, ser permisivos con las adiciones es incentivar una planeación errática, la cual lleva a una inversión ineficiente que no impacta a la mayor cantidad de sectores y actores. Si no mejoramos, el Plan Marshall caldense podría malgastar lo escaso y así agravar las deudas que vienen asumiendo los gobiernos.
El Plan Marshall caldense hizo que recordara a “El exterminio de la Isla de Papayal”, libro del abogado y antropólogo Juan Felipe García Arboleda. Según su estudio, la visión de George Marshall en 1947, así como su Misión Currie en Colombia, trajo una nueva teodicea secular. Es decir, un nuevo discurso en el que el plan del Estado reemplazó al plan Dios, siempre bondadoso, puro, diseñado para acabar males, desprendido de todo interés particular. Siquiera otras visiones del desarrollo nos enseñaron después que cuestionar el estado del Estado también hace parte de la salvación.
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