Camilo Vallejo


Después de 10 años, uno de los casos más grandes de desplazamiento intraurbano en Colombia. De los 17 proyectos planeados, solo uno cumplido. Apartamentos nuevos entregados a cuentagotas, para familias que se quedaron sin casa por decreto y sentencia. Las casas a medio tumbar y a medio construir, con la mitad en la intemperie y con la otra mitad en el interrogante de si mañana seguirán allí. Cuadras y manzanas arrasadas, con la maleza en subienda y con las basuras en permanencia. Los adultos mayores sin andenes, sin parques, sin sombra. Las niñas, estudiantes y trabajadoras bajo el riesgo de la soledad y la oscuridad de un espacio público en deterioro. La extinción paulatina de toda una cultura tradicional y barrial, típica de los centros históricos de nuestro universo antioqueño y caldense. Todo por decisión de la ciudad, todo a ciencia y paciencia nuestra, todo bajo las narices de todos. Con el desastre del macroproyecto de la comuna San José estamos dejando en juego el proyecto de ciudad.
Ahora bien, en la comuna San José hoy vive la oportunidad de refundar nuestro proyecto de desarrollo. Hay que interpretarlo como un evento mítico que deberíamos estar narrando al lado de los incendios, los deslizamientos, los terremotos y las demás leyendas de duelo y superación que refundaron a Manizales. Otro evento que requerirá de la misma fuerza colectiva para las ideas, los presupuestos y las normas que nos sacarán adelante; con mayor razón ahora que tuvimos más culpa.
La oportunidad está en los habitantes de San José que quieren mostrarnos enseñanzas de su resistencia. Algunas de esas personas son las mismas que han dejado de ser niños y adolescentes mientras el desastre avanza. Quizás no haya una sociedad civil más efervescente que en San José, de allí que lo que queda se mantenga en pie. Quieren hablar con una resiliencia radical: buscan perdonar pero con la justicia de volver a ser incluidos y de saber qué pasó; buscan demostrar que el Estado terminó en un callejón por su propia corrupción pero que existe una fórmula para salir de ahí, una conversación entre muchos.
“De la peste del olvido a la memoria. La ruta de las mariposas amarillas BioManizales” es la exposición itinerante que han construido estos habitantes de San José y de la Galería y de la ciudad. En una franca a alusión a ‘Cien años de soledad’, han recopilado una memoria audiovisual, periodística y urbanística para volver a ponerle nombre a las cosas, como en Macondo, para contarle a la ciudad lo que han visto en 10 años de desastre y para hablar del desarrollo que creen urgente para el futuro. Agrupados en lo que han llamado el Cabildo Abierto Comunal, en otra franca a alusión a Ley de Participación Ciudadana, no solo solicitaron mediante firmas un cabildo en el Concejo Municipal sino que también han construido esta muestra, una que hace parte de esos museos disidentes que hoy se ven en el país a raíz de la búsqueda de la reparación y la paz, como el Museo Itinerante El Mochuelo, de los Montes de María. Solo que en este caso, la muestra-museo itinerante de San José quiere repararnos no de una violencia de la guerra sino de una violencia de la corrupción.
Los habitantes de San José y de la Galería saben que tanto tiempo poniendo en juego nuestro modelo de ciudad en el territorio, que tanto tiempo con nuestro desarrollo suspendido, ha permitido que aparezcan las desconfianzas, los prejuicios, las divisiones entre quienes debemos buscarnos para volver a acordar los mínimos que nunca debimos romper. Y por la mitad hemos tenido que ver pasar a más populistas que conocedores, a más polarizadores que mediadores, a más candidatos que gobernantes, a más negociantes que empresarios, a más especuladores que planificadores.
Está dándose todo para encontrarnos en soluciones y no en remedios pasajeros. El duelo y la impotencia están maduros para empezarnos a curar, para reparar entre todos, incluso entre los diferentes, el proyecto de ciudad. Ya el año pasado, la Fundación Comunativa le abrió su casa en San José al sector empresarial y gremial de la ciudad para firmar el Pacto por el Progreso Social, un hito en la conversación que necesitamos. Esa vez, otras tres organizaciones, que también son punto de encuentro, propiciaron el diálogo: Manizales Cómo Vamos, la Corporación Cívica de Caldas y Estoy con Manizales. Hoy el Cabildo Abierto Comunal y su muestra-museo itinerante son otra excusa para volvernos a reconocer.
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