Camilo Vallejo


Una forma de olvidar las cosas es dejar de hablarlas; lo que callamos va desapareciendo. Otra forma de olvidar las cosas es dejar de visitarlas; como ya no vamos a ellas terminan borroneadas por la maleza, el óxido y el polvo.
Algo de eso hay en la forma como muchos hemos ido olvidando la Galería de Manizales. Ya no la visitamos y nos falta hablarla más.
Algo de nosotros dice esa desidia para dejarla a un lado. Es parte de ese empeño tan nuestro de desconocer que venimos del campo, de los pueblos, de los frutos y de las mulas. Esas ganas de meternos en la modernidad a la brava. También, como dirían Lipovetsky y Serroy, es parte de esa fascinación por lo bello que es solo espectáculo y consumo estético, justo lo bello que no es capaz de hacer más bella la vida. Y se desconoce la belleza de lo que está en nuestras manos, de lo autóctono, original y absoluto.
Sin embargo, nuestra suerte -la de los que nos hemos esmerado en olvidar- es que la Galería no desaparece e insiste.
Insiste porque allí todavía vive la gente que reconoce y construye su valor. Para el comercio, para la seguridad alimentaria, para el desarrollo, para la superación de quienes la habitan, para la conservación de los saberes tradicionales, para la contención de la memoria, para la construcción y la defensa de formas de vida alternas. La Galería está todavía viva porque hay gente dispuesta a vivirla y defenderla.
Insiste porque unos pocos -algunos en columnas como esta- se han dedicado a nombrarla, a recordar que todavía existe, que todavía nos espera a pesar de la indiferencia. Y piden, sugieren, recomiendan, denuncian, hablan por los que la viven y toman parte de su tiempo para cuidar lo que deberíamos estar cuidando todos. La Galería vive porque hay gente dispuesta a hablarla.
El olvido está dejando una Galería con problemas y con retos. Los pabellones se están vaciando, el central apenas se ve con la mitad de locatarios; el espacio público y los andenes fue tomado por las ventas; los carros y los peatones se enfrentan por lo que queda de vía, en una guerra desigual que siempre ganan los primeros; las historias de miedo han ahuyentado a los clientes; los edificios se ven desgastados, sin espacios atractivos; los supermercados de superficies más grandes están entrando a los pabellones, se vienen quedando con lo que antes era para los pequeños.
Sin embargo, hay que reconocerlo, la Galería también se ha sabido sobreponer a la inseguridad, a la falta de atención social, a los problemas de asociatividad y de confianza entre los habitantes, a la amenaza de perder los saberes tradicionales, al temor a que la plaza un día cualquiera desaparezca. Todos los días se sobrepone, a veces con apoyo del gobierno, a veces sin apoyo. A veces sin apoyo del resto de la ciudad, casi siempre sin él.
Entonces, cuando se mira hacia adelante aparecen preguntas, miedos y esperanzas: ¿Qué pasó con el plan parcial de renovación para la Galería? ¿El nuevo POT le dejará un espacio? ¿Qué pasó con la declaración de la Galería como patrimonio? ¿Garantizar su conservación no es beneficioso para la ciudad? ¿Qué hacer con las dificultades en espacio público, infraestructura, dignidad para vendedores? ¿Cómo vincular la Galería con otros proyectos y programas de la ciudad? De cómo respondamos estas preguntas depende si insertamos a la Galería en el futuro de Manizales o si, por el contrario, la sacamos de la historia, la anulamos, la demolemos (que de paso es lo que se imaginan algunos para gozarse ese territorio, dicen, con cosas más bellas y valiosas).
La Galería tiene cómo insertarse en el proyecto de renovación de San José, potenciándose como centro productivo de la comuna, mientras ésta le aportaría los usos de vivienda que reactivarían sus puntos muertos o nocivos. También la Galería podría anexarse a los proyectos de conservación y exaltación del Centro Histórico, favoreciendo su conexión con corredores peatonales y espacios públicos lineales. También podría incluirse en los programas de competitividad de la ciudad, como nodo de iniciativas empresariales y asociativas en lo agrícola, lo bio-amigable, lo artesanal, lo gastronómico, lo turístico, lo educativo.
Son ideas, globos al aire. Hay que hablarlas. Este 16 de marzo invitamos a los actores interesados a conversar. 4 p.m., en el Superinter, allá en La Galería. Vayan.
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