El mundo actual es totalmente tecnificado. Por medio del celular se pueden hacer todo tipo de actividades, tales como pagar cuentas, hacer consignaciones bancarias, comunicarnos con cualquier parte del mundo, enterarnos de todo lo que pasa a nivel local e internacional e informarnos dónde y qué están haciendo nuestros conocidos -con fotos incluidas y valga decir con una pérdida total de la intimidad-.
En medio de este contexto, es importante mencionar que en materia de tecnologías informáticas, el sector público anda en la época de los dinosaurios. Una muestra de lo anterior es la página de la DIAN, que siendo una de las más importantes por ser el instrumento mediante el cual el Estado recibe la principal fuente de sus ingresos, vive caída y desactualizada.
Hoy en día existe una “app” para todo tipo de servicios, las más utilizadas son las de los domicilios, siendo la más popular la de Rappi, y las de transporte, siendo la más utilizada la de Uber. Sin embargo, para ambos servicios hay múltiples aplicaciones.
Uber llegó al país hace seis años y desde su llegada ha sido cuestionado y atacado, especialmente por parte del gremio de los taxistas, quienes afirman que esta ha representado para ellos una competencia muy fuerte. La aplicación tiene más de dos millones de usuarios y casi noventa mil conductores afiliados. Hay que aclarar que el servicio de taxis en el país solo puede prestarse en vehículos de servicio público, mientras que en Uber la mayoría de los vehículos son particulares. Además, el país está invadido de vehículos “piratas”, que siendo particulares transportan pasajeros cobrando una tarifa. Ejemplos hay por montones, como los que prestan los vehículos que se parquean en las plazas de mercado o el servicio más moderno que se presta por medio de Facebook.
Los taxistas se han convertido en un gremio muy fuerte y poderoso. Con la competencia tienen un problema muy delicado que es la pérdida del “cupo”, cuyo costo tampoco está reglamentado y que supera por mucho el valor del carro. Como el Estado no ha sido capaz de reglamentar las actividades comerciales que se prestan por medio de aplicaciones, al parecer los taxistas amenazaron con vincularse al paro nacional de finales de año. Sin embargo, recientemente un juez de la Superintendencia de Industria y Comercio tomó la decisión de cancelar la prestación de este servicio por incurrir en lo que consideró competencia desleal, por lo que todo apunta a que Uber se va del país.
La tendencia del mundo actual, especialmente en las grandes ciudades, es no hacer uso de los vehículos particulares -los trancones cada vez son más pesados y el costo de los parqueaderos es muy alto-. La comunidad está utilizando todo tipo de transporte, buses, busetas, Transmilenio, taxis y aplicaciones tecnológicas, incluyendo Uber o similares. También se están usando bicicletas -algunas de ellas impulsadas con baterías- y patinetas. Inclusive hoy en día se está contemplando la posibilidad de alquilar carros por horas.
La solución no está en cancelar el servicio de Uber, esa es la salida de “vender el sofá”. Hay muchas plataformas tecnológicas para prestar todo tipo de servicios y a medida que pase el tiempo se van a disponer de muchas más.
Una de las grandes críticas que se tienen contra estas aplicaciones tecnológicas es que los afiliados que realizan una actividad laboral no tienen seguridad social y la otra es que el transporte solo puede prestarse en vehículos de servicio público. Puntos que perfectamente pueden cambiarse vía reglamentación.
No tiene ninguna presentación que, ante las protestas, el gobierno haya propuesto como solución a la reglamentación de las aplicaciones tecnológicas la de acompañar un proyecto de ley que está haciendo tránsito en el Congreso. Sin lugar a dudas está bien que se tramite un proyecto de ley, pero la iniciativa debió salir del gobierno, que tenía el deber de reglamentar el uso de las plataformas tecnológicas –no bloquearlas, ni cancelarlas-. Mientras se surte el trámite ante el Congreso, cabe la posibilidad de expedir un decreto reglamentario que vaya atendiendo y solucionando transitoriamente los problemas que se están presentando.
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