Muy lentamente continúan los trabajos de construcción de la doble calzada de la variante a Manizales, vía que es mejor conocida como “La Panamericana” y que abarca el tramo que va desde la Estación Uribe hasta Maltería. Hay que reconocer que son muchos los kilómetros que se han construido, sin embargo faltan muchos por construir. Sin lugar a dudas es mucho el tiempo que ha tardado la obra, pero en medio de todo hay que resaltar que se construyó una excelente intersección denominada La Fuente y un paso a desnivel en la entrada a Villamaría, que sirvió mucho para mejorar el conflicto vial y disminuir el alto número de accidentes que se presentaban en este punto. 
Hay que tener en cuenta que este tramo de La Panamericana hace parte del corredor vial que comunica el oriente del país con el Océano Pacífico y que es, además, la vía alterna para los que transitan de Bogotá hacia el Valle del Cauca. Esta es una vía nacional, por lo que los recursos para su construcción provienen del Invías. 
La glorieta de San Marcel, que hace parte de estos trabajos, está próxima para ser puesta al servicio y aparentemente no va a solucionar todos los conflictos viales que se presentan en la intersección. Seguirán presentándose problemas a la salida del Barrio La Enea, que se agudizaron por la construcción de la oreja que hace parte de la intersección, y se creará un nuevo conflicto vial con los que pretenderán, usando la glorieta, hacer el retorno hacia Villamaría. 
Otro punto a destacar es el acabado del pavimento. El nivel del asfalto quedó por encima del que se había instalado anteriormente, por lo que la pendiente de entrada a la estación de servicio y al centro comercial San Marcel quedó muy pronunciada, lo que está generando incomodidades y temores en los pasajeros de los vehículos que transitan la vía, pues puede contribuir a que cuando se presenten aguaceros muy fuertes, se inunden la estación y los locales comerciales. 
Con la instalación del asfalto se tapó un sumidero y otro quedó profundo, lo que genera un riesgo para los conductores. Además, un tramo del andén, localizado al frente del centro comercial quedó por debajo del pavimento, lo que representa un peligro para los peatones. Igualmente, el empalme entre el asfalto nuevo con el viejo quedó muy “machetero”. Pueda ser que los directivos del Invías y el interventor de la obra tengan claras estas anomalías y se tomen las correcciones que sean pertinentes. 
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Como todos los fines de año vuelven a ser recurrentes los problemas por el uso de la pólvora. Sin lugar a dudas los juegos artificiales son muy bonitos, pero siempre hay que tener en claro que deben ser manejados por expertos. 
Se siguen presentando un gran número de quemados e incomodidades en la ciudadanía por su uso, incluyendo explosiones de locales clandestinos de producción y venta de este elemento. El Estado sigue siendo incapaz de controlar esta mala práctica cultural. Las campañas publicitarias pueden servir, pero también se requieren sanciones drásticas para los que la usan. La reacción de la Policía para controlar a los polvoreros debe ser inmediata, pues aparentemente el ruido y los fogonazos de los juegos artificiales hacen que sea muy fácil localizarlos. 
Hay dos temas que me impactan sobre el uso de la pólvora. El primero: que los que mayor reclamo por el uso de esta son los dueños de mascotas, especialmente de perros. La segunda: que los padres de los menores lesionados por el uso de la pólvora no los están llevando a los centros asistenciales por temor a las sanciones económicas que les pueden infringir las autoridades o porque les pueden llegar a quitar la custodia de sus hijos. Aparentemente pesa más el “disfrute” de la quema de la pólvora que el cuidado de la salud de los niños.