Beatriz Chaves Echeverry
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Inicia un nuevo año y con él llegan las ganas de hacer borrón y cuenta nueva. El treinta y uno de diciembre es una fecha mágica, alquímica; al quemar el año viejo, muchos incluimos cartas en las que despedimos todas las penas que nos agobiaron durante esos trescientos sesenta y cinco días y también expresamos nuestros sueños y deseos para el nuevo ciclo que estamos a punto de iniciar y nos llenamos de optimismo, porque vemos el cambio de calendario como un regalo y una nueva oportunidad para que todo sea mejor. Pero hay una realidad, la única forma segura de que la vida cambie es si el cambio viene de adentro; el reto es con nosotros mismos, de superar miedos, tristezas, soledad, angustia, incertidumbre y todo lo que la vida nos vaya poniendo, paso a paso, para crecer como seres humanos. Para ilustrar este propósito de ser mejores encontré un texto de un autor inglés contemporáneo, se graduó en Astrofísica, pero muy joven se dio cuenta que su búsqueda no estaba en las estrellas y su conquista era de sí mismo. El autor es Jeff Foster y el texto se llama Una Oración para los Vivos.
“Vida: Deshaz en mí todo aquello que necesite ser deshecho. Corrige mi esperanza de ser enmendado. Úsame. Saca de mí cada ápice de creatividad. Ayúdame a vivir una vida radicalmente extraordinaria, forjando siempre un camino jamás-antes-transitado en el bosque. Enséñame cómo amar con más profundidad, como nunca antes creí que fuera posible. Cualquier cosa de la que siga huyendo, síguemela mostrando con absoluta evidencia. Cualquier cosa con la que siga en conflicto, ayúdame a suavizarme en ella, a relajarme en ella, a abrazarla completamente. En donde mi corazón continúe cerrado, muéstrame la forma de abrirlo sin recurrir a la violencia. Todo aquello a lo que me siga aferrando, ayúdame a dejarlo ir. Regálame desafíos, luchas y obstáculos, aparentemente insuperables, si crees que eso me ayude a tener una más profunda humildad y confianza en la inteligencia de la vida. Ayúdame a reírme de mi propia seriedad. Permíteme encontrar el humor en los lugares más oscuros. Muéstrame un profundo sentido de descanso en medio de cada tormenta. No me libres de la verdad. Nunca. Deja que la gratitud sea mi guía. Deja que el perdón sea mi mantra. Deja que este momento sea mi eterna compañía. Permíteme ver tu rostro en cada rostro. Permíteme sentir tu cálida presencia en mi propia presencia. Sostenme cuando tropiece. Respírame cuando yo no pueda respirar. Permíteme morir viviendo, no vivir muriendo. Amén.”
Este texto me gusta por muchas razones, en tan pocas líneas enumera nuestros mayores retos, por ejemplo el desapego, que debemos aprender y practicar, pues poco a poco nos vamos dando cuenta que no somos dueños de nada ni de nadie, también resalta el valor de la transformación; el aceptar las dificultades como parte de la vida, en vez de tratar de huir de ellas, el perdón como parte fundamental de la vida, pues sin él nos quedaríamos solos, la gratitud como pilar fundamental de nuestra existencia, pues es la manera en la que podemos endulzar la vida y hacerla más amable.
Les deseo lo mejor en este nuevo año, mucha paz en sus corazones, honestidad a la hora de enfrentarse a la vida y conciencia a la hora de votar, porque este año nos jugamos el futuro del país y no podemos tomar malas decisiones.
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