Hablar de energía, no en su uso común, sino más bien la energía que percibimos en otras personas o la energía que tenemos; esa que nos impulsa a levantarnos de la cama y encarar las labores diarias, es un tema mucho más sutil, pero de gran importancia, ya que nuestro nivel de energía vital es el que determina, por ejemplo, la capacidad de recuperarnos de una enfermedad o la forma en la que encaramos un problema difícil, como la muerte de un ser querido; yo diría que la diferencia entre caer en una depresión o hacer un duelo de una manera apropiada radica en ello.
Hace poco todo el país pasó por un momento de alta te sión mental y emocional, un periodo de estrés debido a las elecciones presidenciales, aunque hay muchas personas satisfechas con el equipo ganador, existen otros muchos que no recibieron los resultados de buena manera; algunos, aunque no estamos contentos, tratamos de aceptar la situación y afrontar el cambio, pero otros están sumidos en verdaderos pozos de negatividad y fatalismo, esto ha generado un enrarecimiento en el ambiente, un deterioro en las relaciones y que algunas personas tomen decisiones de las cuales, ojalá, después no se arrepientan.
Qué se puede hacer para cuidar ese recurso sutil y sagrado que nos permite encarar la vida, porque lo que afirman los expertos es que la energía que tenemos afecta directamente lo que nos sucede; podemos ser imán para cosas buenas o negativas, así mismo atraemos personas a nuestra vida que nos aportan alegría o que nos cargan con su mala vibra, para ese autocuidado hay que aprender a poner límites, a veces, por educados, nos aguantamos que alguien descargue deliberadamente su pesimismo con nosotros, pero es mejor tomar distancia, de manera respetuosa pero firme, hacerle entender a esa persona que no estamos dispuestos a ser “el basurero personal” donde tire sus lamentaciones y pronósticos apocalípticos (de los que ahora abundan). Peor aun cuando las quejas se vuelven agresiones porque pensamos diferente o tomamos decisiones que la otra persona no comparte, ahí sí que debemos ser contundentes en la afirmación de nuestros límites, a las personas tóxicas hay que tenerlas lo más lejos posible, para preservar nuestro bienestar.
Algo muy distinto es que conscientemente elijamos ser “el muro de las lamentaciones” de alguien que esté pasando por un mal momento, para poderlo hacer, tenemos que tener la fortaleza y la objetividad para no dejarnos afectar por lo que la otra persona nos está contando, pero si la situación es muy fuerte para nosotros, lo mejor es tratar de que la persona que está atravesando la circunstancia difícil busque ayuda de personas expertas.
Es importante saber que ahora existen médicos que también tienen en cuenta la energía a la hora de formular y realizar sus terapias; la medicina integrativa, la acupuntura, la terapia neural, la homeopatía, la terapia con esencias florales son recursos que antes eran muy escasos en nuestro medio, pero que ahora se consiguen con mayor facilidad, si logramos mantener o recuperar nuestra energía vital tendremos una mejor calidad de vida y seremos personas mucho más armónicas, con las que se pueda convivir con mayor facilidad.
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