Augusto Morales

Imaginemos una amplia casa protegida por un frondoso bosque, la que tiene muchos cuartos, unos más grandes que otros, pero siempre con un área principal, dentro de los cuales hay buena cantidad de máquinas, las que sus moradores no saben manejar o ni siquiera conocen para qué sirven, pero intuyen o descubren que cumplen tareas para el debido funcionamiento de la vivienda. Al lado, próximos o lejanos, existen muchos otros bosques con casas similares.
Quiero traer este ejemplo para hacer un símil o comparación con lo que es un “Estado” (el bosque con la casa), con sus unidades territoriales o Departamentos (los cuartos), y su administración (área principal); o varios Estados (cada bosque con su respectiva casa), dentro de los cuales existen unos elementos (máquinas), necesarios para su funcionamiento (política, democracia, religión, órganos estatales, normas jurídicas) cuya población (los moradores de la casa) poco conoce cómo funcionan, o para qué sirven, pero saben que les prestan unos servicios (funcionamiento de la casa). El bosque que la arropa o abriga representa la respectiva Constitución Nacional.
Hace 15 días comencé esta nueva serie de cultura política relacionada con qué tal sería que Colombia retornara a una “Estado federal” después de 157 años de haberse asumido ese modelo de organización estatal. Aquel ejemplo sirve para cualquier forma de Estado, monarquía o república, Estado unitario o federal, solo para aludir a las dos principales formas de división que puede entrañar la república, que es la que nos rige. Y lo que pretendo es que se discierna sobre cuál de las dos estructuras preferiríamos o sería la más efectiva, la actual, o la federal, con sus avances o perfeccionamientos, para darle solución, de ser posible, a los grandes problemas que padece el país en su forma actual.
El Departamento de Antioquia buscó durante un tiempo constituirse como “Antioquia federal”, esto es, como un Estado con autónomía e independencia propias, pero no soberano, pues seguiría haciendo parte de una Colombia que ha fungido, con sus tragedias y con sus bondades, como “República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales” a voces del artículo 1º de la Constitución nacional. Ese reto rememoraría, de alguna manera, la constitución federal de Rionegro, Antioquia, de 1863.
Más ambiciosa ha sido la “comunidad autónoma de Cataluña”, que hace parte del Estado español, comunidad que ha querido constituirse como Estado soberano y reconocimiento internacional, es decir, separada de España, país que desde 1978 pregona la “indisoluble unidad de la Nación española”, cuya constitución “reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran” al tenor del artículo 2 de la Constitución de España. Uno y otra han visto frustrados sus sueños. A ambas los ha movido para buscar su autonomía, independencia y separación en el segundo caso, intereses estrictamente económicos y políticos.
Un “Estado unitario”, en criterio de Pierre Pactet (Institutions Politiques Droit Constitutionnel), comporta una sola organización política y jurídica, un único aparato estatal, dotada de plena soberanía e independencia, donde sus gobernantes son libres de determinar y de conducir sin restricciones la política de ese Estado.
Un “Estado federal”, según Georg Jellinek en su Teoría General del Estado, dice que “es un Estado soberano formado por una variedad de Estados” cuyo poder nace de la unidad estatal de los estados miembros”. Esto quiere decir que los Estados federados renuncian a su soberanía y acuerdan someterse a una soberanía única que ejerce el Estado Federal.
Colombia como Estado o república unitaria tiene la connotación de ser políticamente centralizada de manera rigurosa, un centralismo ‘desconcentrado’, como acontece con la fuerza pública y la justicia; y una promovida, pero en forma moderada, administración ‘descentralizada’. Estas figuras las explicaré en la próxima entrega
Y una Colombia como “Estado federal”, la conformarían los departamentos, erigidos como Estados, sin soberanía, pero con autonomía e independencia en determinadas funciones o competencias, los que estarían federados y sometidos a la soberanía de aquel. También será materia de explicación ulteriormente.
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