Andrés Hurtado


En la librería de Dubrovnik (Croacia) el librero de mi historia al ver mi rostro me preguntó: ¿Where are you from? From Colombia, le respondí. Inmediatamente el hombre dijo: ¡Oh PebloEscober! (sic). Y yo, también casi sin pensarlo le dije: ¡Oh, Gavrilo Prinzip! El hombre recapacitó un momento y dijo: Excuse me. Tuve suerte, resultó lo que yo quería. Estábamos en Croacia y aunque el asesino de Francisco Fernando era serbio, el librero comprendió que no se puede juzgar a un país por lo peor y al fin y al cabo al heredero de la corona austro húngara lo mataron por la efervescencia de los Balcanes. Supe que en Croacia estaban presentando por esos días una serie de Pablo Escobar de Caracol televisión. (¡Gracias Caracol por los favores recibidos, por la fama que nos haces!). Un exalumno mío que estudia en Berlín me cuenta que no faltan los alemanes que al saber que es colombiano le sacan en cara a Pablo Escobar. Y él ha aprendido a contestar con la misma moneda, con Hitler. Me cuenta que así los calla. Volvamos a las calles de Viena. Frente a la plaza del Rathaus (ayuntamiento) y pasando la Ring se encuentra el edificio del teatro, el Burgtheater. Lo que primero llama la atención son los bustos de grandes dramaturgos que decoran la fachada: Shakespeare, Schiller, Molière, Calderón Goethe, Gillparzer. El interior fue decorado espléndidamente por los hermanos Gustav y Ernst Klim y su amigo Franz Matsch. De este Gustav Klimt, autor del famoso “Beso” hablaré más tarde cuando llegue al Pabellón de la Secesión.
Hasta ahora no me he movido de la Renner y Lueger Ring. Esta famosa avenida de la que ya hablamos toma diversos nombres por donde van discurriendo sus 4 kilómetros de longitud. Me encamino ahora hacia la Uiversitätstring, donde se encuentra, como se adivina, la universidad de Viena con sus magníficos edificios.
Frente y pasando la calle veo una inmensa columna cuadrada rematada por una estatua de oro. Como ven los lectores, soy apasionado de la vida y obra de los hombres que han dejado impronta en la sociedad, muchos de ellos exaltados en monumentos y estatuas y dijimos que Viena es una ciudad rica en monumentos. La guía que llevo dice que se trata de Johan Andreas von Liebenberg, defensor de Viena del asedio de los turcos en el año 1683. Un león yacente parece cuidar la efigie del héroe. La estatua dorada que remata el cuadrado obelisco representa a la Victoria alada. Desde esas épocas poco quieren los vieneses a los turcos. Ya había visto en la guía la existencia de este monumento, pero lo que me atraía por esos lados era la casa de Beethoven. Casi no la encuentro. Comprenderán los lectores la emoción que tuve al visitarla. La casa se llama Pasqualatihaus, por el médico del mismo nombre que fue su dueño. En un apartamento del cuarto piso vivió el genio entre 1804 y 1815 y estos años fueron tal vez los más productivos de su vida. Allí compuso las sinfonías cuarta, quinta y séptima y Fidelio ¿Puedo repetir, amigos lectores, que yo estaba exaltado visitando el cuarto donde hay fotos y objetos que pertenecieron al genio? ¿De esta habitación salieron esos compases magistrales que no tendrán par en la historia de la música? Algo parecido, aunque en menor escala, me ocurrió más tarde cuando visité la casa donde vivió Sigmund Freud. Beethoven vivió 35 años en Viena y durante ese tiempo ocupó transitoriamente muchas residencias, pero esta, la de Pasqualati, fue la principal.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015