Alejandro Samper


“Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Si esa frase, que le adjudican a Winston Churchill pero que al parecer es de Joseph de Maistre, es cierta, a Colombia la debería gobernar un Croc con pecueca.
Véanlo así: mientras los candidatos a la presidencia debatían, el pasado miércoles, sobre economía y salud, el expresidente Álvaro Uribe se sacaba su calzado de goma y se lo mostraba desde un balcón a una multitud que aplaudía con fervor. Y así se robó la atención de los medios y las redes sociales.
Un gesto populista. Como una muestra de falsa humildad y sencillez; de que no usa zapato fino como sus contradictores. Uribe, sin embargo, está lleno de escoltas, anda en camionetas blindadas y cree estar por encima de cualquier institución nacional. Un tipo poderoso y rodeado de “buenos muchachos”, capaces de transformar una resma de papel en una sentencia de muerte. Que lo diga Carlos Areiza, el “buen muerto” que tenía testimonios en contra del uribismo.
Sí, que nos gobierne ese Croc. Un calzado cuyo único defecto es que produce mal olor en los pies. Sin embargo, es blandito, cómodo, y se deja pisotear por quien lo usa, en este caso el líder del Centro Democrático.
Además, tiene como imagen un cocodrilo y no un lagarto como Armando Benedetti, quien quedó como un zapato al irse con Germán Vargas Lleras, a pesar de que hace seis meses no lo bajaba de “bandido”, “malos tragos” y “bruto que solo sabe de politiquería” (https://bit.ly/2hFPnp0).
No, no es descabellado que este calzado sea candidato a la presidencia. Ese manido discurso de que en un país civilizado una cosa así no ocurriría está mandado a recoger. El partido MKKP, de Hungría, tiene a un hombre vestido de pollo como candidato a la presidencia; en Inglaterra, votaron el Brexit porque fueron mal informados de manera intencional; en Italia, el comediante Beppe Grillo tiene serias opciones al cargo de Primer Ministro; y a los Estados Unidos lo gobierna Donald Trump.
Es que, en el hipotético caso de que las elecciones fueran entre Iván Duque y el Croc, ganaría el segundo. Porque, quién es Duque si no un tipo que hasta sus canas son falsas. No tiene recorrido, mintió en su hoja de vida, quiso engañar a su hija y a sus seguidores con una conmovedora carta que plagió de un político español, cree que el embarazo adolescente se controla poniendo a trabajar a las jóvenes y, además, lo apoya Poncho Zuleta, el menos talentoso y más cuestionado de los Hermanos Zuleta.
El mayor mérito de Iván Duque ha sido contestar correctamente, y sin titubear, la talla y el número de pares de Crocs que tiene su jefe de partido, Álvaro Uribe. Y haberlo acompañado a comprar de este calzado para pasearse por Washington D.C.
A pesar de lo anterior, y de manera increíble, Duque va liderando las encuestas. Es como si el progresismo, la decencia y la sensatez hubieran abandonado al elector colombiano. Como si las entendederas se le hubieran nublado con tanta pecueca.
Para colmo de males, los analistas del debate organizado por El Tiempo señalan que Duque fue quien mejor expuso sus ideas. Pero ese esfuerzo valió huevo porque su patrón lo opacó quitándose su Croc izquierdo y mostrándoselo a sus seguidores en plaza pública. Y como aquí la gente vota por el que diga Uribe…
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