Por octava vez se discutió en el Congreso nacional un proyecto que busca prohibir las prácticas taurinas en Colombia pero, a diferencia de las propuestas anteriores que se desvanecieron tras un par de debates, esta parece ser una estocada a los taurinos sin ser necesariamente la puntilla.
El proyecto de ley que acabaría con corridas, corralejas y demás prácticas relacionadas con la tauromaquia, se aprobó el miércoles en primer debate en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes. Allí, el manizaleño Juan Sebastián Gómez González apoyó la propuesta del liberal Juan Carlos Lozada, argumentando que “la libertad personal va donde empieza la del otro y el toro de lidia jamás decidió estar en una plaza de toros”. Un parafraseo de la manida frase adjudicada a Jean-Paul Sartre: “Mi libertad termina donde empieza la de los demás”, y busca de manera efectista vender - una vez más - la falacia de que los animales tienen los mismos derechos y libertades que los humanos.
Ese argumento - el de los derechos animales - es el más débil y más fácil de refutar al momento de discutir si se deben o no acabar las prácticas taurinas. Es el que humaniza a los animales, como si fuésemos de la misma especie y condiciones. Tesis de pensamiento occidental que ha permitido a personajes como el filósofo Fernando Savater o el abogado sevillano Alfonso Aguado Puig (https://bit.ly/3Q7bTkV) defender las corridas de toros, su ética, su estética y aporte cultural.
Ahora, si hablamos de seres sintientes el discurso cambia. Si tomamos distancia de la filosofía aristotélica y las ideas de Tomás de Aquino, y vemos la situación de un modo holístico (que incluya lo que la ciencia ha demostrado sobre los seres vivos e, incluso, pensamientos orientales) es difícil negar que los toros se estresan y sienten dolor durante una corrida. Quienes hemos ido lo hemos visto. Que sienten más o menos dolor que una persona, nadie lo sabe a ciencia cierta y es volver a la humanización del animal, pero es evidente de que al bicho no le gusta ni está cómodo.
Que es una lucha de iguales, como a veces se pretende vender, tampoco es cierto. En Manizales, último bastión de la fiesta brava en Colombia, las grandes figuras del toreo piden ganaderías que no ofrezcan mayor peligro y les permitan lucirse. De ahí el éxito de las reses de Ernesto Gutiérrez entre los lidiadores, por tener toritos poco armados, cortos en hechuras y dulces de comportamiento. Una de las razones por las que las corridas de nuestra feria taurina vienen en decadencia.
Que es un ritual cargado de simbolismo, sí. Pero toda actividad humana tiene su carga simbólica - desde sentarme a redactar esta columna hasta plantar un árbol -, de lo contrario seríamos autómatas. Como dijo el semiólogo Ferdinand de Saussure: “El símbolo tiene por carácter no ser nunca completamente arbitrario; no está vacío”.
Que la tauromaquia es arte. El arte es una actividad que implica creación, no destrucción. Es un goce ver los toros: verlos en el campo, su plasticidad al moverse y embestir… su fuerza, pero no hay arte en sus despojos cuando son arrastrados una vez muertos.
Que es cultura y tradición. La escritora mexicana y crítica de arte, Avelina Lésper, dijo hace poco: “En nombre de las tradiciones los seres humanos hemos hecho cosas espantosas y eso no las justifica. Que sobrevivan en el tiempo significa que sobreviven en el tiempo cantidad de vicios sociales, pero eso no significa que esos vicios se conviertan en virtudes porque han sobrevivido durante el tiempo” (https://bit.ly/3cL9Ipp).
Que las corridas de toros son la identidad de la Feria de Manizales, fue el argumento que usaron algunas personas para atacar al representante Gómez Gonzalez, apelando a su origen. En Manizales, sin embargo, estamos tan pobres de identidad cultural que la que nos identifica la tomamos de la Feria de Abril, de Sevilla (España). Es una actividad que, y aquí vuelvo a citar a la Lésper, carece de “cuerpo sutil”. Las fondas y arrierías - evento popular asociado al aguardiente, bosta, despecho y machete - sí representan lo autóctono, así a muchos nos cause escozor.
Las corridas de toros son un negocio que mueve mucha plata y de las que se benefician diferentes actores sociales, algunos de ellos ni siquiera taurófilos. La discusión para poner fin a las actividades taurinas debe encaminarse en cómo ayudar a estas personas y plantear alternativas, no en humanizar animales. Y sobre la identidad cultural manizaleña o, al menos, de la Feria de Manizales… Habrá que buscar espacios de reflexión para pensarnos y replantearnos como ciudad.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015