El político Carlos Fernando Galán Pachón salió esta semana en las redes sociales en un video breve en el que, mirando a la cámara, expía sus culpas con un discurso sensible y efectista. El hijo del asesinado candidato presidencial, Luis Carlos Galán, se llama así mismo un “simple concejal de Bogotá” para luego aceptar que es un privilegiado del Estado.
Al final de su monólogo invita a otros políticos, empresarios, periodistas y líderes de opinión a que hagan sus propias confesiones, en lo que Galán Pachón llamó “el mea culpa challenge” (#ElRetoDelMeaCulpa). El primero en picar el anzuelo fue el político caldense y excandidato presidencial Humberto de la Calle Lombana, quien también grabó su intervención contando que mataba pajaritos con cauchera y que es un terrible estratega político.
Ambos personajes, Galán y De la Calle, se muestran preocupados y hablan de reconciliación y de escuchar para ver si salimos de la actual situación que, según el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz - Indepaz, para el 23 de mayo sumaba 60 muertos en el marco del paro nacional que ya cumple un mes. Pero ninguno de los dos dijo algo nuevo o, al menos, que aporte a la solución. No hicieron un verdadero mea culpa.
Galán dijo lo que ya todos sabemos: que es un inepto delfín político y mamador del erario. Si hubiese querido confesarse pudo comenzar contando las prebendas que le dieron a Cambio Radical (partido del que fue director en 2011) a cambio de apoyar políticos corruptos como Kiko Gómez o los herederos de Enilce ‘la Gata’ López. O de lo que el portal razonpública.com llama “El clan de los Galán - Pachón” (https://cutt.ly/AniJvqe), con el que su familia ha logrado seis ministerios, un viceministerio, ocho embajadas, cinco consulados, ocho congresistas, al menos 17 altos cargos de representación (entre gerencias, direcciones y secretarias ejecutivas), entre otros puestos políticos. O esos contratos con el Estado que suman cerca de $115 mil millones a través de la Fundación Luis Carlos Galán.
No lo hace porque sería confesar diferentes delitos en video y Carlos Fernando no quiere ir a la cárcel. Quiere votos. Quiere ganarse la simpatía de los ciudadanos inconformes que ahora tienen bloqueado a medio país y por eso, con humildad (¿falsa?), dice: “Solo me queda ponerme al servicio de esta tragedia”.
De la Calle, por su parte, se confiesa como ese abuelo que abre los ojos y se da cuenta de que el mundo ha cambiado. Su acto de contrición es más de “constricción” pues con sus palabras busca apretar el espíritu del elector a favor de los bien pensantes de la Coalición de la Esperanza.
Estos videos no son más que propaganda política. Basta ver la puesta en escena, la música que los ambienta, el mensaje que quieren vender (“es culpa nuestra, pero no nos echen”). Igual de calculados que la falsa entrevista en inglés que se hizo el presidente Iván Duque, con la diferencia de que este no hace un mea culpa sino un culpa sui a Gustavo Petro.
Y es probable que detrás de Galán y De la Calle vengan otros, sobre todo influenciadores, que quieran hacer su video para ganar seguidores y sentirse útiles, tal y como lo han hecho con otros challenges (el del ojo morado, para denunciar el maltrato; el de los labios pintados de rojo, para manifestarse en contra de la violencia hacia la mujer; el de echarse agua helada encima, por ya no sé qué motivo…). También inventarse numerales (#) para que los lean.
Sin ir muy lejos, Álvaro Uribe ha hecho videos similares en sus redes sociales y no confiesa nada porque no existe un verdadero mea culpa en estos personajes. Tienen tantos pecados en sus vejigas que mean culpa, pero se cagan a la hora de mostrar verdadero arrepentimiento o buscar reparar a quienes han afectado.
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