Alejandro Samper


"Yo prefiero 80 veces al guerrillero en armas que al sicariato moral difamando”, dijo ante el Congreso el expresidente Álvaro Uribe, el 23 de abril de este año. Al hoy senador se le cumplió el deseo. Los colombianos nos levantamos el jueves pasado con la noticia de que los disidentes de las Farc se reunían y volvían a la insurgencia. Un despertar lleno de desasosiego, de desilusión.
Como muchos, creo, maldije a este país y nuestra incapacidad de reconciliarnos. Que nos quedó grande la paz. Habiendo tragado esa pastilla amarga, y por cosas del azar, en mi reproductor de música sonó Los dinosaurios, de Charly García. El tema, de 1983, refleja la tristeza de alguien que ve cómo los militares de la dictadura (los “dinosaurios”) acaban con todo, pero también está seguro de que estos brutos “van a desaparecer”.
Entonces miré a los involucrados en esos hechos y, como canta el argentino de bigote bicolor, “llevan todo ese monto de equipaje en la mano”. Cargan un lastre que la historia difícilmente les perdonará.
Vean la foto. Ahí está Iván Márquez, un tipo con 28 condenas y 198 órdenes de captura (la mayoría por delitos de lesa humanidad). Un ideólogo guerrillero al que le quedó grande hacer política. O sea, un fracasado. Un dinosaurio que no fue capaz de adaptarse y que prefirió regresar al monte y delinquir.
En su manifiesto, además, señala que su objetivo será “esa oligarquía excluyente y corrupta, mafiosa y violenta que cree que puede seguir atrancando la puerta del futuro de un país”. Que se mire en un espejo. Mientras los guerrilleros rasos estaban en la selva dándose bala con el Ejército, Iván Márquez y sus amigos estaban refugiados en Venezuela. Y, ¿cuál oligarquía? Si lo trasladamos a su entorno, Luciano Marín (verdadero nombre de Márquez) es un oligarca de izquierda.
Un informe del Centro Nacional de Inteligencia de España (CNI), la CIA y otros organismos policiales como Europol, y revelado por la revista Semana en 2008 (https://bit.ly/2PsZE80), muestra que los tres hijos de este subversivo viven en el extranjero: Suiza, Venezuela y México. Crecieron y se formaron fuera de Colombia, tienen doble nacionalidad y su papá les manda plata para su sostenimiento. ¿Cuántos integrantes de las tropas pueden decir lo mismo?
En la foto también está Jesús Santrich. El ciego que carga un fusil como si fuese a ser útil para la guerra. O sea, da risa. Este dinosaurio cínico, que se las daba de frentero, optó por la clandestinidad al percatarse que estaba hasta el cuello en narcotráfico y que ni la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) lo salvaría.
Está Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, alias el Paisa. Un guerrillero al que nunca le favorecería el proceso de paz. Ni la JEP ni la sociedad le hubieran perdonado crímenes como el secuestro y asesinato de los diputados del Valle o el carrobomba del Club El Nogal, que dejó 36 muertos y unos 200 heridos.
Y está Henry Castellanos, alias Romaña. El hermano del Mono Jojoy es responsable de las ‘pescas milagrosas’ que aterrorizaron a los colombianos que viajábamos por carretera. Participó en varias tomas guerrilleras a pueblos, como la de Mitú (Vaupés), en 1990, en la que murieron 16 policías y otros 50 fueron secuestrados y puestos en campos de concentración.
Estos bandidos que despreciaron la paz, no son las Farc. Así ellos se quieran llamar así, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo se acabaron el 26 de septiembre de 2016. De allí surgen esos dinosaurios - como Rodrigo Londoño, Carlos Antonio Lozada y Victoria Sandino - que optaron por evolucionar. Apostaron a construir país junto con el 98.6% de sus tropas, de acuerdo a datos de la Agencia de Reincorporación y Normalización - ARN.
Es el momento para que el Gobierno apoye a estas personas y les cumpla con lo pactado. De desmarcarse de otros dinosaurios que prefieren “80 veces al guerrillero en armas”. El presidente Iván Duque debe cargar su propio equipaje. Debe tomar la decisión de querer o no “estar liviano”, como dijo Charly García, porque “cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada”.
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