En un acto irresponsable de no reconocer sus errores, el gobierno del presidente Iván Duque Márquez le está achacando los resultados de su pésima administración al paro nacional. Que no están llegando alimentos a las plazas de mercado y los que llegan están muy costosos, es culpa de los bloqueos… no al abandono al que ha estado sometido el campo en cuestión de vías y apoyo estatal; no a la masiva importación de leche, papa, cereales, etanol y otros productos agrícolas (https://cutt.ly/Ib8sKDk).
Que la firma Standard and Poor’s bajó su calificación y ahora Colombia deberá pagar tasas de interés más altas y se afectará el financiamiento público y privado, es culpa de los vándalos que rompen las ventanas de los bancos y no permiten que entren o salgan productos del puerto de Buenaventura… no es culpa de que en el ministerio de Hacienda nombraron a un personaje como Alberto Carrasquilla (https://cutt.ly/Jb8f21l). Tampoco a que en vez de apoyar e invertir en el Proceso de paz, que animaba a inversionistas extranjeros (https://cutt.ly/9b8gieT), prefirieron la línea bélica que obliga a que gran parte del gasto público se destine a defensa y ahuyente al capital foráneo.
Que el desarrollo del país se ve frenado por los manifestantes que salen a marchar por las calles y no permiten que la gente de bien salga a “moler de sol a sol” para acabar con la pobreza de esta nación… nada tiene que ver que, según el Banco Mundial, seamos el segundo país más desigual de América Latina y el séptimo en todo el mundo. Nada que ver que el 10% de los más ricos ganan cuatro veces más que 40% de los más pobres. ¡Jamás!
Nada tienen que ver la ausencia de justicia, la corrupción, el abuso de autoridad, el centralismo, el racismo, la falta de oportunidades, el sistema plutocrático, las oligarquías, los demagogos neonazis que se venden como salvadores. Nada. Todo es culpa de esas personas que llevan 20 días - y contando - manifestándose en las calles, exponiéndose a “graves accidentes” - como los calificó otro personaje cuestionado, el presidente de Fedegán José Félix Lafaurie - por parte del Esmad o gente armada protegida por la Policía.
No toda la culpa es de Duque. A este inexperto y mediocre subpresidente le tocó el acumulado de años de pésima administración estatal y descomposición social. Le cayó un Baloto de mierda que no sabe cómo manejar. Lo patético es que tuvo las oportunidades de sacarlos adelante (pudo ser el mandatario que siguió la ruta de la paz) pero no quiso por hacerle caso a su jefe, el nefasto Álvaro Uribe; un tipo que cree que el país se debe administrar como hace 20 años: con efectividad militar medida en litros de sangre. Pero Colombia cambió. Prueba de ello es que la muerte de Jesús Santrich no tuvo el despliegue de otros cabecillas narcoguerrilleros tiroteados.
Está tan desacreditado este gobierno de mediopelo que ni la pandemia por la covid-19 les sirve de excusa. La gente se mamó y ya ni un circo, como lo es el fútbol y la Copa América, funcionan como placebos. Como lo he escrito antes en este espacio, los colombianos esperamos cambios estructurales. Nada de rescates financieros a bancos e industriales, nada de promesas de educación gratuita, nada de rotar miembros de gabinete; en el ambiente se percibe que si no hay una verdadera transformación social y estatal, es preferible que arda todo.
El gobierno, sin embargo, es sordo a los llamados de los manifestantes. Cuando quiere sentarse a dialogar olvida con quienes tiene que hablar (el pueblo) y llama a los mamarrachos sindicalistas y políticos de siempre. Y como estos no tienen verdadera vocería o autoridad, nada avanza. Entonces, de nuevo, la salida es culpar de que todo se esté yendo al carajo recae en la gente que está en las calles clamando por una Colombia digna. O en el senador Gustavo Petro, ¡hágame el favor!, que poco o nada ha hecho en el paro.
Señalar al paro nacional de lo mal que estamos ahora es culpar al síntoma de la enfermedad.
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