A veces uno no dimensiona los alcances que puede tener una columna de opinión. La semana pasada usé este espacio para cuestionar y señalar la falta de apoyo de la administración del alcalde Carlos Mario Marín hacia actividades culturales como el Festival Internacional de Teatro (FIT), el Manizales Grita y el Museo de Arte de Caldas (MAC), y el tema fue agenda de medios de comunicación como LA PATRIA y los programas informativos de emisoras como UMFM y las de música popular. Hasta en el Concejo de la ciudad hablaron de la cuestión, lo que evidencia que estos espacios son importantes y muy relevantes para la identidad de nuestra región.
La cultura va más allá de la monetización. No es como cree el obtuso director de bienes inmuebles de InfiManizales, Hernán Roberto Meneses, dispuesto a cerrar el MAC por falta de asistencia en tiempos de pandemia. “No es sólo objetos, sino también medios de significación”, dijo el semiólogo italiano Umberto Eco sobre la cultura; “es la intersección de marcos específicos de sentido”, afirmó el culturólogo ruso Yuri Lotman. Pero esto ya es ahondar en conceptos y esto no es una tesis de doctorado.
Como evidencia de que esta es una Alcaldía reactiva, impulsiva y respondona, salieron sus funcionarios y asesores a “aclarar” la situación del Centro Cultural y de Convenciones Teatro los Fundadores y los aportes de esta administración a la cultura. Que se invirtieron $300 millones en el teatro para reemplazar luces y reparar daños, pero que no alcanzaron a estar a tiempo para el FIT porque los trabajos se iniciaron ocho días antes. ¿Acaso no sabían que el Festival se realizaría entre el 25 de septiembre y el 3 de octubre? Me cuesta creer que en el año y medio que tuvieron para tapar goteras, reparar suelos y tirar cableado eléctrico, las labores las dejaron para último momento.
Que al FIT sí le dieron apoyo económico: $100 millones. Si uno revisa lo que el Instituto de Cultura y Turismo (ICTM) ha destinado para algunas actividades de pasadas ediciones de la Feria de Manizales, esa cifra da risa: basta ver que en 2016 destinaron un monto superior a la Agremiación de Guías de Turismo de Caldas para la instalación de un tobogán de deslizamiento (https://bit.ly/3iJc2wY). Como si un inflable tuviese la misma relevancia cultural que el teatro. Pero no entraré en honduras, estas denuncias se las dejo al Corporación Cívica de Caldas y a este medio que, con La lupa a la contratación, año a año hacen estas investigaciones.
Camilo Naranjo, gerente del ICTM, también anunció que este ente recuperó la administración de Los Fundadores y Expoferias; y que se encargaría de la Feria de Manizales una vez se cree la Secretaría de Cultura, lo que facilita la contratación y las trabas de la engorrosa Ley 80. Ojalá que con una secretaría venga la planeación a largo plazo, la proyección y la buena gestión cultural porque estoy de acuerdo con Pedro Felipe Hoyos (https://bit.ly/3oPzkoV): esto va más allá de simples pendones.
Preocupa, sin embargo, que el ICTM quede como rueda suelta y oficina para pagar favores y “amiguismos” (https://bit.ly/3uUkCxA). O, en el peor de los casos, no pagar, como viene sucediendo (https://bit.ly/3Bp32o3).
Esta clase de discusiones, con argumentos e intereses de por medio, son buenos para la ciudad. Evidencian que se puede ir más allá de la censura y la petición de revocatorias (que al final son patadas de ahorcado). Y bastó con que escribiera que el alcalde Marín no iba a teatro para que al día siguiente, en sus redes sociales, publicara una foto suya en uno de los eventos callejeros del FIT. ¡Enhorabuena!
El alcalde fue a ver El gato con botas, adaptación del cuento de Charles Perrault, en el que un gato con habilidades oratorias le hace los mandados y favores a un joven al que vende como el Marqués de Carabás, cuando no es más que un ignorante hijo de molinero. El animalejo hace tan buen trabajo que muchos quedan convencidos del poder del tal marqués; incluso el rey se cree el cuento. Hasta se tragó un ogro, el felino taimado, para caer en gracia con su amo. Parece que Marín tomó nota, sin embargo no entendió la cuestionable moraleja de este cuento infantil: que con el engaño, la amenaza y la mentira se alcanzan los objetivos de manera más rápida, que a través del trabajo duro (https://bit.ly/3mDGDgu).
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La semana pasada, en la columna Apoyo ínfimo (https://bit.ly/3ahxbtD), escribí que la Alcaldía apoyaba las fondas del sector de El Cable al cerrar cuatro cuadras de la Avenida Santander. Me equivoqué: esta actividad la impulsaron Acopi, la Gobernación de Caldas y otras entidades dedicadas al negocio de los bares, para promover la coctelería en la región. La administración local sólo dio los permisos… Es que ni a las cantinas de sus aliados liberales parece querer el alcalde Marín.
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