Lo más cerca que he visto al alcalde de Manizales Carlos Mario Marín de una obra de teatro fue hace dos años cuando, en plena campaña política, repartía volantes a potenciales electores a las afueras del Centro Cultural y de Convenciones Teatro los Fundadores. No creo que le interese o entienda de dramaturgia: total, ya sabemos que confunde actuación con show y drama con pataleta.
De ahí la desidia de su administración con el 53º Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM), que se promocionó a través de las redes sociales y el voz a voz. Ni un pasacalle ni un pendón sobre las avenidas de la ciudad. A última hora InfiManizales, la entidad pública que administra el Teatro Los Fundadores, autorizó que se usara la marquesina del sitio para anunciar que había función, que había festival.
Este es uno más de una lista de desplantes que viene acumulando esta Alcaldía con la cultura. Ya había sucedido con el Museo de Arte de Caldas (MAC), cuya sede queda en la sala Óscar Naranjo del edificio anteriormente mencionado. El mismo día en que se inauguraba la exposición del pintor antioqueño Diego Arango Arango, el director de bienes inmuebles del Instituto de Financiamiento, Promoción y Desarrollo de Manizales (InfiManizales), Hernán Roberto Meneses, anunció que el museo se cerraba aduciendo baja asistencia… en tiempos de pandemia. No solo eso, en un acto grosero arrancaron el pendón que advierte que allí hay un museo, como si quisieran anularlo.
Solo la diplomática intervención de la junta directiva del museo - integrada en gran parte por las mismas personas que integran la del FITM - permitió que hubiese exposición y se diera continuidad al MAC.
Y el festival Manizales Grita, uno de los eventos gratuitos más importantes del país, también se vio afectado por arte de birlibirloque: en un supuesto acto de transparencia le asignaron la evaluación de diferentes actividades culturales a un tercero de otra región del país que, sin entender la dimensión de algunos de los oferentes, terminó quitándole financiación al Grita. Por ende, este año - al igual que al anterior, el de la pandemia - esta actividad se hará de manera virtual y no en Expoferias (espacio también administrado por InfiManizales), como se venía haciendo.
En lo que sí está volcada la Alcaldía es en hacer de esta ciudad una gran fonda. No basta con que el sector de El Cable esté atestado de cantinas que se apoderaron del espacio público, sino que hace una semana cerraron cuatro cuadras de la Avenida Santander para que estos locales sacaran sus mesas, sus sillas, su aguardiente y sus parlantes. Un detalle para complacer a los dueños de estos establecimientos, algunos de ellos vinculados con la política regional.
Uno ve esto y comienza a dudar de si a InfiManizales le interesa la cultura. De si el señor Meneses es apto para dirigir este ente: es un ingeniero electricista que sabe más de redes eléctricas y telecomunicaciones que de teatro, pintura o música. Incluso dudo de sus habilidades administrativas y de electricidad: durante la pandemia el Teatro Los Fundadores se deterioró y parte del retraso en el horario de la obra inaugural del FITM se debió a que los técnicos del Teatro Colón que vinieron a trabajar en el montaje de Historia de una oveja se vieron en aprietos por el mal estado de la iluminación e instalaciones eléctricas del lugar.
Meneses, importado desde Pereira por la administración de Arturo Espejo… Perdón, de Carlos Mario Marín, desconoce el contexto cultural de Manizales. No dimensiona la importancia mundial del FITM, el impacto social que tiene el Grita o la relevancia en identidad y crítica que fomenta el MAC. De ahí que el apoyo desde su Infi a estas actividades sea ínfimo.
Y Marín… suficiente tenemos con que crea que conectar con los ciudadanos en hacerse selfies y compartirlas en las redes sociales. Su administración se recordará como aquella que pedaleó sin rumbo, que confundió cultura con parranda y cuyo discurso de transparencia fue puro teatro.