Dos hechos relacionados con el periodismo llamaron la atención de los medios de comunicación en días recientes. El primero ocurrió en Armenia (Quindío), donde la lotería Extra de Colombia les dio sobres con $200 mil a los periodistas invitados a una rueda de prensa en la que anunciaron su nuevo plan de premios.
Para Rocío Acosta, presidenta de la Federación de Loterías de Colombia, el detalle no era más que un incentivo “dentro de las políticas de posicionamiento de marca y las estrategias comerciales”. Para la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) este hecho es “una forma de viciar la relación entre periodistas y fuentes de información. Esta práctica no debe normalizarse bajo argumentos de marketing que tienen un gran impacto en un contexto de crisis económica del gremio periodístico”.
El segundo hecho fue el trino que la economista María Andrea Nieto, que trabaja para la venida a menos revista Semana, hizo sobre el fallecido escritor y columnista Antonio Caballero Holguín. Aseguró que este “recibía más de 200 millones anuales por escribir 4 columnas al mes”. Algo así como $4 millones 200 mil por texto.
Para algunos colegas, como el periodista Steven Arce, de Caracol Radio, fue una bajeza el haber revelado esta cifra; sobre todo porque era un contrato con una empresa privada. Otros buscaron en internet para revelar que, según portales como comparably.com, el promedio salarial de un columnista en los EE.UU. es de 51 mil 229 dólares al año (unos $195 millones), por lo que los ingresos de Caballero no eran tan desbordados como se cree.
Ambos temas llevan a una reflexión más profunda y que la Flip reconoce en su comunicado sobre el actuar de la lotería: hay una crisis económica en los medios de comunicación. Desde la masificación de la internet, los periódicos vienen en decadencia; algunos dejaron de circular, otros recortaron su formato y número de páginas, y las salas de redacción cada vez son más pequeñas. Quienes allí laboran hacen maromas para cumplir con sus tareas y las de sus compañeros despedidos.
Llevo 19 años escribiendo de manera semanal para el periódico LA PATRIA y nunca me han pagado por ello. Fui empleado de esta empresa por diez años y asumí, como parte de mi compromiso con esta casa editorial, que era una de mis responsabilidades continuar con este espacio. Repito: “asumí”, porque en el contrato nunca hubo un ítem dedicado a mis textos de opinión. Los otros nueve años y hasta hoy no he enviado una cuenta de cobro o recibido un cheque por ellas. Ni siquiera una invitación a negociar. Es, como he dicho en algunas ocasiones, un acto masoquista que se hace por un compromiso tácito adquirido con los lectores.
No soy el único. En este y en muchos otros periódicos del país no nos reconocen el trabajo a los columnistas. De cierto modo uno entiende; si no tienen con qué mejorar las condiciones laborales de sus periodistas, ¿cómo hacerlo con sus colaboradores? Igual creo que sigue siendo injusto pues, como dijo Antonio Caballero en el libro Patadas de ahorcado: “Hago mi trabajo, y el salario es la contraprestación lógica que me debe quien me contrató”.
Cuando leí lo que al parecer se ganaba Caballero - de lejos el mejor columnista que ha tenido este país - me alegré por él. Se los merecía pues en esos textos semanales desnudaba a los poderosos y les cantaba unas cuantas verdades cargadas de ácido. Con sus escritos hizo más por este país que muchos ministros, senadores, alcaldes, ediles y presidentes que ganan más y hacen menos. Al menos educaba e informaba, cosa que la economista Nieto (uno de esos personajes que pasan del sector público al privado por una puerta giratoria, y que cambian de padrino político como de calzones) no hace desde ese espacio que se llama El Control.
Dirán que estoy pateando la lonchera y que con esta columna me estoy pegando un tiro en el pie. Es probable, pero hay que decir que los periodistas somos una cofradía de hipócritas sin espinazo para defender nuestros derechos salariales. No hay un sindicato o un movimiento que vele por esto, y hacerlo es arriesgarse al despido. En la Flip se habla mucho de cómo comunicar, informar, de reportería, de intimidación y censura… pero poco o nada de los salarios de quienes nos dedicamos a este oficio. Hablar de plata es de mal gusto; eso sí se calla porque de pronto va y se pierde el apoyo financiero de los privados.
Si se quiere mejorar la calidad de la información de los medios, y propender a la independencia y transparencia de sus periodistas y colaboradores, hay que mejorar los salarios y retribuciones, de modo que 200 mil pesos no sean una necesidad.
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