De un tiempo para acá (supongo que en esto también consiste envejecer) dedico algo de mis vacaciones para los controles médicos de rutina: pido citas, me hago exámenes de laboratorio y consigo la droga que me recetan, aprovechando el tiempo libre que exigen estas diligencias que podrían ser rápidas pero no lo son.
En primer lugar pedí la cita con la EPS. Por el Cóvid la cita fue virtual. Me la dieron para dos semanas después. Me conecté a las 7:00 a.m., y aunque era la primera cita del día la médica se conectó 15 minutos después. No se disculpó por la tardanza y además no prendió la cámara “porque está dañada”. Fue entonces un diálogo en el que yo le contaba mis intimidades a una pantalla negra que todo el tiempo me dijo “mi amor” y “mami”. La voz finalmente ordenó exámenes y citas con especialistas, y me dio una orden para reclamar pastillas.
Madrugué al laboratorio clínico. Llegué antes de las 7:00 a.m. e hice una fila de más de 40 minutos a la intemperie. Había embarazadas, mamás con niños pequeños y sobre todo muchos ancianos. Una vez dentro del laboratorio esperé otro tanto para que me llamaran. El digiturno sale en una pantalla y como uno de mis achaques es de visión entonces estuve todo el rato de pie, para poder ver de cerca. “Esta orden no está autorizada”, me dijeron en la ventanilla. Eran exámenes de sangre, nada sofisticado. Me explicaron que es frecuente que en las citas virtuales a los médicos o a las EPS (no entendí) se les olvide el clic de la autorización y me pidieron esperar a que el laboratorio se comunicara con Sánitas para el visto bueno.
Durante las más de dos horas de espera observé muchas situaciones: gente que madruga pero no la atienden porque el laboratorio no tiene convenio con la EPS o porque dejó la cédula en la casa; gente que va a reclamar resultados pero debe regresar después porque los entregan sólo a partir de las 10:00 a.m.; mucha gente que en el interrogatorio de bioseguridad afirma que no tiene síntomas ni ha estado con algún sospechoso, y sin embargo el examen que va a practicarse es el de Cóvid-19; gente en ayunas y con evidente cáncer que tiene que hacer filas demoradas...
Hubo solo un examen que no me hicieron en el laboratorio clínico. Me dijeron: “Acá no lo hacemos así que vuelva a su EPS para que la remitan a otro sitio”. Intenté organizar el asunto por teléfono, pero me cansé de escuchar la musiquita con la voz de “su llamada es muy importante para nosotros”. Aunque las citas médicas tienen que ser virtuales, en los trámites con la burocracia de la salud hay que ir en persona, independiente de si usted está enfermo o aliviado. Me fui entonces a la EPS a hacer fila en la calle, a pleno sol. Luego de dos horas me atendieron y me dieron orden para hacerme el examen en la Clínica Versalles, pero allá me dijeron: “no tenemos convenio con su EPS, vuelva para que le den otra autorización. Volví y me dijeron: “Sí tenemos convenio, vaya e insístales, o mande una queja”.
Me fue mejor reclamando las pastillas: la fila duró apenas una hora, también en la calle y como llevaba fotocopias de las órdenes y de la cédula entonces no tuve inconveniente. En cuanto a las citas con especialistas, me dieron una para marzo, para otra me explicaron que la única manera de pedirla es en un 018000 en el que no me han contestado aún y sobre la tercera me dijeron: “llame en febrero porque por ahora no hay agenda”.
Me llena de ilusión que los científicos hayan desarrollado una vacuna contra el Cóvid-19 y anhelo que podamos aplicárnosla cuanto antes. Pero una cosa son los titulares de los noticieros y otra muy distinta es la tramitomanía, la paquidermia y la ineficiencia administrativa del sistema de salud colombiano. Acá no opera que le manden las medicinas a domicilio y en las oficinas uno encuentra cubículos vacíos porque hay pocos funcionarios para atender con dignidad a la avalancha de gente, mucha de ella indispuesta, enferma, anciana o angustiada por la salud de un familiar, que necesita algo tan prioritario como un servicio médico. Si con este sistema es que nos van a distribuir los millones de vacunas temo que diciembre de 2021 nos coja pegados de un teléfono que diga “permanezca en la línea, su llamada es muy importante para nosotros”.
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