Me gusta ir al Juan Valdez del Cable. No tiene meseros y hace frío, pero disfruto el ambiente y la vista, incluso más que el café. 
Pienso en ese negocio privado construido sobre un parque público, a raíz de la impotencia de dueños de restaurantes y cafés, que temen que el cobro que proyecta la Alcaldía por el uso de antejardines y terrazas los lleve a la quiebra.
Dirán que no es lo mismo. Me parece peor: los antejardines son espacios privados de uso público mientras el Parque Antonio Nariño era un sitio público construido sobre un tanque de Aguas de Manizales, entidad pública. Todo eso terminó explotado por un particular. En 2005 los defensores del Juan Valdez dijeron que apoyaban que la Alcaldía entregara el parque, para promover el desarrollo, el turismo y el empleo. Esos argumentos son los que hoy se leen en redes sociales con la etiqueta #ManizalesMenosOportunidades: “Si me cobran $1.700.000 mensuales tendré que despedir a mis 7 empleados” o “Pago IVA, predial, ICA, Industria y comercio, arriendo y seguridad social. El nuevo impuesto me obliga a cerrar”.
En una ciudad con desempleo creciente que va en 12,9%, mientras el promedio nacional es de 9,4%, el riesgo de perder trabajos formales debería alertar, y más si la causa es la inseguridad jurídica y la carencia de Plan Maestro de Espacio Público.
Pero eso es la política: algunos votan, muchos se abstienen, uno gana y manda en su jurisdicción, como estadista o como capataz de su finca o dueño del patio de su casa o su antejardín. Unos celebran, contratan, y otros cuentan los meses que faltan para nuevas elecciones. De vez en cuando algunos se organizan y protestan. Los perjudicados por esta medida lo harán este miércoles a las 10:00 am desde el Parque Caldas. Yo los apoyo.