En 2015 escribí “El bogocentrismo desde Manizales”, una columna sobre el sometimiento a la agenda informativa de Bogotá, que muestra lo que ocurre por fuera como pintoresco, folclórico o corrupto.
El modelo se replica en nuestro departamento. Caldas tiene 1 millón de habitantes y Manizales poco más de 400.000, pero los hechos por fuera de la capital a veces se ven como marginales, lejanos o insignificantes. Ejemplos hay muchos, pero me centraré en uno solo: la amenaza de megaminería.
A los que apenas llegan al tema los actualizo: este viernes hubo plantones en municipios del norte de Caldas luego de que la Agencia Nacional de Minería (ANM) convocara audiencias en Aranzazu, Salamina, Pácora, Riosucio, Supía, Marmato, La Merced, Filadelfia, Samaná y Norcasia, como requisito previo a la entrega de 198 contratos mineros a distintas empresas y multinacionales, para explotar oro y otros minerales en 183 km2, que equivalen a seis islas de San Andrés. Aunque algunos creen románticamente que las audiencias, que por ahora están suspendidas, son espacios participativos para oír a la comunidad, se trata de un trámite al que la gente llega sin información de calidad y firma listas de asistencia que terminan legitimando el proceso. La desinformación es tal que este martes la AngloGold Ashanti dijo que no tiene interés de hacer minería en Caldas y desde 2019 cedió sus propuestas a la Royal Road Minerals, pero la ANM incluyó a la AngloGold en el acto administrativo que convocó a las audiencias.
¿Y qué tenemos para aportar sobre esto? Al parecer al manizaleñocentrismo esto le inquieta poco, porque ocurre por allá lejos, en municipios de sexta categoría. Resulta notorio el silencio de las fuerzas vivas (las fuerzas bobas las llama Hernando Gómez Buendía) frente a este tema ambiental, en contraste con la mucha bulla que hubo en 2017 con “Todos Somos Río Blanco” que frenó una construcción con un impacto que no tiene ni punto de comparación con lo que puede ocurrir en diez municipios de Caldas. Río Blanco provocó foros, marchas, videos, columnas, comunicados gremiales y de ñapa nos encartó con el alcalde actual. Pero sobre la posibilidad de megaminería en Caldas hasta ahora son escasas las voces que desde Manizales suman algo, a favor o en contra, para enriquecer el debate.
Resulta increíble que en una época de redes sociales y telecomunicaciones la oficina de Paisaje Cultural Cafetero de la Federación de Cafeteros y el Ministerio de Cultura le respondan a Radio Nacional de Colombia que “apenas se están enterando de la situación y todavía no tienen un concepto o criterio sobre la explotación minera en municipios que hacen parte del Paisaje Cultural Cafetero”, cuando las audiencias fueron convocadas hace más de un mes, las reuniones entre la ANM y los alcaldes ocurrieron en marzo y está disponible en Internet el “Estudio para la evaluación de impacto ambiental, social, económico, político y cultural de la actividad minera en el Paisaje Cultural Cafetero”, un completo informe técnico elaborado por Carmenza Saldías en 2014, que explica en detalle lo que debe hacerse para cumplir la recomendación de la Unesco de “no autorizar ninguna actividad minera” en la zona declarada patrimonio mundial.
Al mutismo de algunas entidades se suman autoridades ambientales que hablan muy pasito, líderes políticos mudos o que piden que esto no se politice (¿si no es sobre el futuro del territorio entonces sobre qué queremos que verse la política?) y algunos medios saturados de fuentes oficiales, con nulo espacio para académicos, veedurías, líderes sociales y comunitarios.
Además del silencio, otra táctica es juntar en una sola discusión megaminería, minería ilegal, artesanal, monocultivo de aguacate, hidroeléctricas y una lista interminable de temas con impacto ambiental. Tantos asuntos revueltos dificultan abordar de frente el problema actual, que es nuevo y enorme: la amenaza megaminera que, aunque saque toneladas de oro, no nos va a volver ricos; al contrario.
Ante tanto mutismo de quienes deberían promover el debate, me quedo con lo que en 1985 enseñaba el Profesor Yarumo desde la Federación de Cafeteros: “Allá arriba en aquel alto donde nace la quebrada, había un monte muy bonito y el agua nunca faltaba. Pero un hombre irresponsable, tumbó el monte y lo quemó, ya no hay pájaros ni leña, la cañada se secó”.
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