Andrés Rodelo
El hype (enorme expectativa) por Dunkirk me tiene impaciente e irritado, a pesar de que Christopher Nolan no me entusiasma desde El Origen (2010). Aunque si bien mi experiencia se resume en reparos respecto a sus dos últimos trabajos, el fenómeno abierto por este director (ponderado en su justa medida) me parece más positivo que negativo.
¿Acaso no es él la mejor prueba de que el público no es tan estúpido como pretenden los grandes estudios, convencidos de que hay que tratar a la audiencia como un asno para estallar la taquilla?
Recuerdo muy bien cuando varios críticos dieron por muerta su carrera en los días previos al estreno de El Origen. Alababan y lamentaban esta propuesta enrevesada, arriesgada y desafiante que, según ellos, no contaría con el respaldo del público, al que imaginan saliendo despavorido y enfadado de la sala ante tanto rollo filosófico y una estructura narrativa que planteaba como requisito quemarse varias neuronas.
Pero oh sorpresa: costó 160 millones de dólares y recaudó cerca de 825. ¿Desvirtuaba así cualquier certeza sobre esta subestimación histórica de Hollywood? Habría que esperar hasta su siguiente proyecto para comprobarlo: Interestellar (2014), una cinta que, de verdad, es casi para tener una embolia cerebral al intentar seguirle el ritmo a sus fórmulas cuánticas, rigor científico abrumador y teorías solo comprensibles para la mente de un especialista (y eso).
165 millones de presupuesto convertidos en 675 de ganancias. Dato adicional: contra todo pronóstico fue la película más descargada ilegalmente de internet en el 2015 por encima de Rápido y Furioso 7, Los Vengadores: La Era de Ultrón, Jurassic World, entre otras.
El director británico es, sin duda, una excepción en el seno de los grandes estudios, que no tienen otra opción que desembolsarle el dinero que desee ante el rendimiento de sus películas, como quien dice: “Haz lo que quieras mientras la caja fluya”. Tarantino, los Hermanos Coen, Steven Spielberg, entre otros, están a su lado en ese club selecto que halló la manera de expresarse libremente y que, de paso, pinta sonrisas en las caras de esos peces gordos que solo piensan en cifras.
Así es como Chris se las ha ingeniado para dinamitar las verdades esculpidas en marmol de estas corporaciones, lo que no ocurrió de la noche a la mañana. Ya podrán imaginarse que los cerca de 1.5 billones de dólares que recaudó Batman: El Caballero de la Noche (2008) tendrán algo que ver con estas buenas relaciones, cinta que constituyó esa prueba de fuego que, al superarse, dio lugar para que pudiera desarrollar los proyectos que tenía en mente.
Y las pretensiones van al alza. El presupuesto de Dunkirk es actualmente un secreto de estado, aunque basta con ver sus tráilers para hacerse una idea de las montañas de dinero que invirtieron en ella. Añadan ahora los calificativos de 'obra maestra' que está recibiendo y podremos decir que el banquete de las expectativas está servido. Habrá que esperar hasta el 27 de julio.
Taquillero positivamente, como lo definió el crítico británico Mark Kermode en su ensayo El bueno, el malo y el multiplex. Precisamente allí se pregunta: “¿Por qué ser Michael Bay (director de Transformers) cuando se puede ser Christopher Nolan?”1. En esa negativa de adaptarse al sistema, de lucrarse y filmar en piloto automático está la valentía de su visión, proyectada como la extensión de un autor convencido de que hablar de estilo es posible en esa prisión del acto creativo llamada Hollywood.
Citas
1. Kermode Mark, “El bueno, el malo y el multiplex”, revista El Malpensante, edición digital. http://www.elmalpensante.com/articulo/2142/el_bueno_el_malo_y_el_multiplex
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