Mario César Otálvaro


Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
El ‘modelo Bodhert’ que tiene volando al Once Caldas, que recobró la confianza, devolvió la fe y da pie para soñar, tiene fundamentalmente cuatro componentes que lo distinguen de los anteriores: trabajo, estrategia, plan de juego, y pasión.
Hay orden táctico, los jugadores obedecen a un libreto que han venido asimilando, entienden la partitura, se mueven dentro de un esquema definido sobre las exigencias del rival, y lo mejor, con ambiciones ofensivas.
Apareció el gol -antes era un milagro convertir- hoy el grado de efectividad es impresionante, se golpea por las bandas con transiciones rápidas, y sorprendentemente se llega con velocidad, precisión y volumen, cuando de eso no había absolutamente nada.
Es más, en el partido contra Pasto regaló la iniciativa, e inclusive creo que fue inferior en posesión de pelota, pero lo hizo manteniéndolo lejos de zonas de riesgo, recuperando con propiedad, y desdoblándose con argumentos.
Un Once Caldas que salió de la varita mágica de Hubert Bodhert, quien atacó el problema por dónde era, sacó las manzanas podridas, renovó el plantel, ubicó los suyos, enarboló el trabajo como bandera, y se puso el overol.
La nómina -en términos cualitativos- es parecida a la que tuvo Maturana, pero con niveles opuestos de rendimiento, y cito a Nazarit, Gómez, López, Sinisterra y Farías, sintonizados en los módulos de Bodhert con respuestas que no se les conocía.
Restrepo tiene menos pergaminos y más años que muchos de los volantes de contención que le antecedieron, y aunque sigue siendo el sector débil, ahora se disimula, y está la opción de Luis Sierra, un muchacho que conoce el entrenador.
Es decir, de a poco está encontrando una formación con alternativas, que ha llenado de motivación, que salta al campo con emoción, y que renovó créditos frente a una hinchada ensimismada en ese resurgir impensado y prometedor.
No es tiempo de echar campanas al vuelo porque esto apenas comienza y todo puede pasar, pero es válido celebrar las 3 victorias al hilo que a esta hora tienen al Once Caldas por terrenos alejados del descenso.
Sin duda, Bodhert es el artífice del auspicioso despegue, es carismático y se ha hecho querer, sabe llegarle a la gente -en especial a sus dirigidos- y ratifica el concepto primario de que se siente cómodo orientando grupos cortos en recursos.
Un Once Caldas con alma, con pasión -lo que tanto se pidió- del que se fueron los borrachos, desestabilizadores e ineptos, y que estando distante de ser un gran conjunto muestra cosas buenas que conducen a pensar que puede llegar a serlo.
Además la afición volvió a creer, la actitud de los dueños cambió, ahora hay mayor compromiso con la ciudad y su gente, presencia y participación activa, lo que invita a unir fuerzas para recuperar imagen y prestigio.
El mismo nombramiento de Jaime Pineda como representante del ala profesional en la Federación Colombiana de Fútbol es un honor para el Once Caldas que merece exaltarse. Es el momento de hacer que el dirigente vuelva.
P.D. ‘Soy loco, no bobo’ fue la respuesta de Carlos Alberto Munutti negando la promesa de que se vendría a pie de Cali a Manizales si Falcioni le hacía gol, cuando le marcó de penalti en el Pascual. Murió el ‘loco’ -arquerazo- quizá el más grande que pasó por la portería blanca después de Juan Carlos Henao. ¡QEPD!
Hasta la próxima…
Twitter: @macotal
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La nómina -en términos cualitativos- es parecida a la que tuvo Maturana, pero con niveles opuestos de rendimiento, y cito a Nazarit, Gómez, López, Sinisterra y Farías, sintonizados en los módulos de Bodhert con respuestas que no se les conocía.
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