Adriana Osorio García
NEGOCIOS|LA PATRIA
El proceso de paz que hoy se adelanta con las Farc generará varios efectos positivos en la economía de Colombia. Sin embargo, estos solo se verán a largo plazo y de acuerdo con algunas condiciones en las políticas de Estado.
Para el vicepresidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), Alejandro Vera, todo dependerá de factores como el proceso de desmovilización, de los puntos y las condiciones que se firmen, de las zonas donde se ubiquen los guerrilleros y de la manera como se gasten los recursos que destinarán para la agricultura, reparación de víctimas y posconflicto.
Vera y Sergio Clavijo, presidente de la entidad, coinciden en que el proceso de paz no llevará a un ahorro de dineros públicos, sino a un redireccionamiento de estos recursos que antes se gastaban en guerra. Ahora irían a la agricultura, la industria, infraestructura y seguridad ciudadana.
"Sin embargo, esto no se verá ni el primer año ni el segundo año después de firmar los acuerdos. Primero se tendrá que invertir en seguridad ciudadana, menos Ejército y más Policía", dice Vera.
Al poner en una balanza los efectos del proceso de paz y su incidencia en la economía, los analistas destacan factores como la liberación de recursos para otros sectores. "Esto podría generar un crecimiento económico importante y mayor inversión en el mediano plazo".
También hay aspectos negativos. Si los recursos no se utilizan como se debe, se tendría un exceso del gasto público en subsidios a sectores que no los necesitan o que no generarían mayor nivel de inversión.
Para Eduardo Muñoz, director de la Oficina de Aprovechamiento de los TLC, el país no tiene plan B en materia de paz y esta será un gran impulso para la agricultura, pues permitirá que los servicios del Estado lleguen con mayor agilidad y de manera más eficiente, con el objetivo de que el productor pueda dedicarse a producir.
Aunque ANIF está convencida de que el proceso de paz es positivo para la economía del país, sus analistas también advierten que el crecimiento no sería del 8%, como lo expresó en algún momento el Gobierno Nacional, sino que podría subir a tasas del 6%, pero teniendo en cuenta aspectos como un aumento en la dinámica de la infraestructura, y después de unos cinco años. También podría pasar que no hubiera crecimiento, en el escenario que aumentara el gasto público.
"Si los niveles de inversión alcanzan el 32% o el 33% del PIB, se podría pensar en un crecimiento potencial del 5% o el 5,5%. Si se le suma infraestructura podría llegar al 6%", afirmó Vera.
Sergio Clavijo es más escéptico aún. Resalta que los actuales análisis económicos de la Asociación no contemplan el escenario de paz, porque aún hay incertidumbre. "Necesitamos que le pongan el acelerador a los acuerdos, somos amigos del proceso, me parece que se están haciendo las cosas de manera ordenada, pero hay que meterle el acelerador para que ojalá el 1 de enero del 2015 sepamos qué fue lo que se acordó y le empecemos a tomar la lección a la guerrilla", sentenció.
Por esto, asegura, es errado subirse al bus de una reforma tributaria que busca volver paisaje la paz, y por el contrario, hay que esperar que esta sea realidad para evaluar cuáles son los recursos adicionales que se requieren para víctimas, redistribución de tierras y otros asuntos.
"Es probable que en el campo lo que se requiera no sean nuevos recursos sino redireccionar muchos subsidios que deben orientarse a la provisión de distritos de riego y otras actividades productivas".
A pesar de las advertencias de ANIF, Clavijo está convencido de que la paz es urgente para dejar de gastar en defensa y pasar a gastar más en infraestructura y otros frentes.
"Por ejemplo, el proceso con Centroamérica ha sido complicado. Si no dejan el narcotráfico, los guerrilleros que quedan en el monte llegan a extorsionar a las ciudades. Esa idea de pajaritos de que ahora nos ahorraremos dos puntos del PIB y todo quedó en equilibrio no será así, porque los recursos se necesitan para otros temas".
Esta es la razón para que Eduardo Muñoz sostenga, que luego del proceso de paz, la economía requerirá una política pública seria y juiciosa, con visión de largo plazo, y no solo dando subsidios, sino dotando al campo de bienes públicos, buena asistencia técnica y acceso adecuado al agua.
"A esto se suma inversión en infraestructura y vías terciarias para poder sacar los productos del campo, formar a los campesinos como empresarios, tener actividades asociativas, transformación de productos y una buena visión para producir lo que el mercado requiere", indicó el experto.
Recordó que la experiencia de conflictos crudos y duros en otras partes del mundo muestra que la mejor solución es la salida negociada. "Los casos de Centroamérica, Irlanda y Sudáfrica nos demuestran que los acuerdos son los únicos que dan sostenibilidad y estabilidad", concluye Muñoz.
Según Alejandro Vera, vicepresidente de ANIF, es evidente que de no ser exitoso el proceso de paz, se afectaría la imagen del país y la inversión. Sin embargo, resalta que, hay otros riesgos más latentes para la economía. "El crecimiento es sólido por el momento, el desempleo está disminuyendo, se está llegando niveles de inversión importantes y esto no va a cambiar porque se firme o no el proceso".
El verdadero riesgo es el fin del auge minero-energético, por lo que persiste el temor de que a partir del 2015 se comience a desinflar la economía nacional.
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