Santos quiere quedar en paz con Uribe

EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ

El presidente, Juan Manuel Santos, invitó a su antecesor, el senador Álvaro Uribe, a reunirse para que, ayudado de su "indiscutible liderazgo", puedan trabajar unidos para implementar el futuro acuerdo de paz que se alcance con las Farc.

En una misiva con fecha 10 de julio, y divulgada ayer por la Presidencia, Santos extiende una invitación "desde el fondo" de su "corazón" a Uribe, que gobernó Colombia entre 2002 y 2010 y es un férreo critico del proceso de paz, para que "ayude" al Ejecutivo "con su indiscutible liderazgo y sin abandonar su independencia crítica".

"Sin sacrificar nuestros principios ni nuestras convicciones, creo sinceramente que podemos trabajar conjuntamente en la construcción de un país mejor y en paz", sostiene el presidente.

En ese sentido, asegura que está dispuesto a reunirse, acompañado de su equipo negociador de paz, con Uribe, senador del partido Centro Democrático, a fin de "escuchar sus inquietudes y abrir un diálogo constructivo".

Santos recordó que Uribe le nombró su ministro de Defensa entre 2006 y 2009, una época de la que dijo sentirse "orgulloso de los resultados" obtenidos "en la consolidación de la seguridad democrática", una política de Uribe que declaró la guerra sin cuartel a las guerrillas de las Farc y el Eln.

"En los últimos años, junto con nuestros valientes soldados de tierra, mar y aire, y nuestros policías, usted y yo hemos dado los pasos que nos llevaron a esta coyuntura histórica", afirmó el presidente.

Y es que, subrayó, "si hoy las Farc están en un proceso de paz que ha avanzado como ningún otro, listas a dejar las armas y reintegrarse a la sociedad, se debe en buena parte a esos reiterados y contundentes éxitos. Y se debe también a que retomé las conversaciones discretas para avanzar en una solución negociada que su Gobierno comenzó".

"Presidente Uribe: esta ha sido una negociación seria, juiciosa, ponderada, realizada por un equipo negociador con personas de la más alta credibilidad y experiencia", continúa Santos, quien repasa la justicia transicional que se aplicará a los excombatientes, el reconocimiento que tendrán las víctimas y el desarrollo que traerá la paz.

Finalmente, el jefe de Estado subraya que ambos tienen "una oportunidad de oro que requerirá un gran esfuerzo por parte de todos los colombianos", e invitó a su antecesor "y a sus seguidores a participar en el diseño de ese nuevo país que todos queremos".

"Hoy tenemos la oportunidad única de transformar nuestro país para el bienestar, la tranquilidad y el mejor futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos, que no tienen por qué seguir sufriendo este conflicto", aseguró Santos.

El jefe de Estado concluyó la carta con una cita del papa Francisco al recordar: "no podemos permitir otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación".

Opinan

La invitación está bien intencionada. pero tardía, a esa conclusión llegaron varios expertos, quienes advierten que si bien no es la primera vez que el primer mandatario trata de tender puentes de entendimiento con el jefe de la oposición política, “difícilmente” éste aceptará la propuesta por una razón: el acuerdo de paz con las Farc está prácticamente negociado.

Más aún, hay voces que consideran que detrás de la intención de Santos se esconde una motivación política: quitarle piso a la fuerte oposición que hará el uribismo al plebiscito por la paz.

“La invitación del presidente Santos me parece buenísima, porque frente al tema de la paz los partidos políticos deben estar por encima de las diferencias. Lo malo es que el acuerdo de paz ya está terminado y las glosas del uribismo no tendrían ninguna incidencia en lo ya pactado”, consideró el analista Juan Manuel Charry.

Lo mismo cree el catedrático Pedro Medellín Torres, para quien “es poco lo que puede hacer Uribe frente al proceso de La Habana”. Incluso, el experto advierte que el expresidente podría tildar la carta de Santos como “una provocación, por lo tardía”.

Medellín también aclara que en varias ocasiones el expresidente Uribe ha tratado de acercarse al Gobierno, como cuando propuso las zonas de concentración para las Farc o cuando su bancada ha apoyado algunas iniciativas del Ejecutivo en el Congreso.

Con todo, dice no ve viable un acercamiento entre los dos dirigentes debido al deterioro de la relación “que ya traspasó de lo político a lo personal, y se han sacado a relucir temas de familia”.

En ese sentido, el exministro Armando Estrada Villa no duda en que para buscar ese acercamiento, es el presidente Santos el que primero que debe moderar el lenguaje.

“Hace pocos días (Santos) dijo que ‘se ríe de los enemigos de la paz’ y que la oposición ‘no tiene dos dedos de frente’. Con ese lenguaje tan descomedido nadie se va a acercar al Gobierno”, señaló.

Intentos fallidos

Han tratado de mediar entre Santos y Uribe para zanjar las diferencias el exvicepresidente de la República Angelino Garzón, la Conferencia Episcopal, distintos sectores del Congreso y hasta el procurador General.

También han propendido por ese acercamiento el expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, y el exministro Álvaro Leyva. Y quién lo creyera: el propio jefe de las Farc, alias Timochenko, también ha invitado al expresidente a viajar a La Habana a hablar del proceso de paz.

Dos exsecretarios Generales de la ONU, Kofi Annan y Ban Ki-moon también han querido ser partícipes de ese encuentro. Pero sin duda, el primer paso para superar las diferencias lo han dado las esposas de los dos dirigentes. En una ocasión coincidieron en un restaurante de Bogotá María Clemencia Rodríguez de Santos y Lina Moreno de Uribe.

El encuentro presagió, según algunos, la posibilidad de un encuentro Santos-Uribe, pero no fue así.

Doctor

ÁLVARO URIBE VÉLEZ

Expresidente y Senador de la República

Usted y yo hemos sido elegidos presidentes de la República, la más alta dignidad que otorga el pueblo colombiano, y recibimos de nuestros compatriotas un mandato para liderar el país hacia un mejor futuro, más seguro y más próspero. Cada uno de nosotros asumió esa responsabilidad con entereza y convicción, a la luz de lo que el país requería en su momento histórico, y con la mente y el corazón puestos en un mañana mejor.

Esa responsabilidad nos impone igualmente el deber de liderar con el ejemplo, para guiar al país por un camino de reconciliación y no de enfrentamientos.

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