
Los titanes que también conquistaron los Alpes europeos lo recibieron en el salón Gobelinos de la Casa de Nariño para ver como el presidente de la República, Juan Manuel Santos, le otorgaba la máxima condecoración del estado. Allí estaban las viejas glorias del ciclismo: Lucho Herrera, Fabio Parra, Cochise Rodríguez, Álvaro Mejía y Santiago Botero.
Nairo Quintana quien logró la gesta, única en Latinoamérica, de subir al podio en el segundo escalón en el Tour de Francia, fue condecorado con la cruz de Boyacá en el grado de gran comendador, una medalla de color azul que distingue a los colombianos por sus proezas en el exterior.
Él logró tener el puesto número uno de jóvenes corredores, el primer puesto en escaladores de montaña y el segundo en la general de la competencia, fue calificado por el presidente como “un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones”.
Quintana trajo para entregar al mandatario colombiano la popular camiseta de pepas rojas, el reconocimiento a un escalador que se comió de primero todos los kilómetros de las empinadas montañas francesas.
En señal de reciprocidad el jefe de Estado le prometió un polideportivo para Cómbita Boyacá (su tierra natal), que estará listo en el primer trimestre del año, y cinco bicicletas ultralivianas que el ciclista le entregará a los deportistas jóvenes más destacados de su tierra.
El Presidente no encontró las palabras para agradecerle al escalador sus proezas, su discurso fue de máximo agradecimiento para el pedalista más glorioso que ha parido Colombia, “no sabe el honor y la alegría que nos produce a los colombianos después de semejantes triunfos (…) estoy agradecido porque ustedes se merecen todo, a nombre de los 47 millones de colombianos quiero decirle gracias porque esa inyección de optimismo es lo que un país necesita para seguir adelante. Pocas veces he entregado esa condecoración con más entusiasmo”.
Santos recordó que se le “aguaron los ojos” al ver al colombiano sobre el podio, al verlo ovacionado por miles de franceses, al verlo colocando el nombre de Colombia tan alto en la historia del mundo.
La historia que hoy ayuda a escribir Quintana comenzó hace 30 años cuando los primeros 10 colombianos fueron a competir en el Tour de Francia. Ese mítico grupo estuvo encabezado por Rubén Darío Gómez y el gran Cochise Rodríguez, quien fue el primer colombiano en la garra de los escaladores colombianos.
Lucho Herrera también escribió otra página de esa historia cuando ganó por primera vez una etapa para Colombia y para América Latina, para culminar con Fabio Parra, quien en el 88 conquistó el tercer escalón de los mejores de la competición.
Durante su intervención el presidente recordó que la única tristeza que le ha traído el ciclismo a Colombia es el trágico accidente de Soler en Suiza.
Después de esta condecoración Nairo regresará con su padre Luis Guillermo Quintana, su madre María Eloisa Rojas y su novia Yeni Paola a la tierra que lo vio nacer para ser bendecido por la ovación de sus paisanos.
LA TRAVESÍA DESDE EL AEROPUERTO
Apoteósico fue el recibimiento que le dieron los bogotanos al pedalista boyacense Nairo Quintana en el Aeropuerto Eldorado, luego de su arribo a la capital colombiana en un vuelo procedente de Europa, de donde trajo dos triunfos al país, el primero de ellos, su segundo lugar y título de montaña en el Tour de Francia, así como lo más alto de podio en la Vuelta a Burgos.
Esta vez, la bienvenida de este campeón no se hizo en un carro de bomberos, sino en un bus de dos pisos que dispuso su equipo el Movistar Team, el cual recorrió toda la Calle 26 hasta llegar al centro de la capital, donde fue recibido por el presidente de la República, Juan Manuel Santos, en la Casa de Nariño.
Bogotá vivió una fiesta, y es que miles de curiosos salieron a aplaudir y a saludar al mejor ciclista del momento en Colombia, con banderas tricolor y blancas, pitos y hasta rosas, fue animado Quintana, quien desde el bus saludo emocionado al público.
Sus padres, Luis Quintana y Eloisa Rojas, lo acompañaron en el recorrido, su rostro reflejaba el orgullo de tener un campeón en casa y amado por todo un país, que sin importar las inclemencias del clima, salió para dar su agradecimiento a un joven que por medio del ciclismo unió al país.
En el vehículo, además de Nairo y sus padres, viajaban algunos niños que, por medio de una banda, al mejor estilo de las papayeras, hicieron sentir al campeón como en casa.
Y es que no solo los bogotanos fueron testigos de esta gran bienvenida, carros repletos con paisanos de Nairo no pararon de pitar y saludar a su héroe. La ruana típica de Boyacá estuvo presente, así como la gente de Cómbita, lugar de donde es nativo el pedalista.
Aproximadamente dos horas tardó Quintana para llegar a la Casa de Nariño, el tráfico que ocupó a Bogotá no pareció importarle a los miles de fanáticos que acompañaron la caravana hasta el centro de la ciudad.
Desde las ventanas de los edificios saludaban los capitalinos con sombreros, banderas y gritos. Taxis, motos y cientos de bicicletas se unieron a la caravana del triunfo.
Su destino final, el Palacio Presidencial, fue interrumpido por la gente que esperaba al ciclista en la Plaza de Bolívar, demostrando que la fiesta apenas comenzaba.
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